Desconozco si es común en otros países, pero en el nuestro la palabra “referencia” también significa “conducta de una persona que evaluamos, admiramos o seguimos”.
Por ello era común que nuestras abuelas nos advirtieran: “muchacho, deja de salir con el vecino, que no es buena referencia”. Naturalmente, esta definición no creo que esté establecida en la Real Academia Española.
En no pocas ocasiones, esas referencias llegan tan profundamente al corazón y al cuerpo de alguien, que sus palabras y gestos son casi idénticos del de las personas que aplauden. He contemplado en juegos de baloncesto a algunos jóvenes que caminan y visten de manera idéntica que sus héroes deportivos.
Decía Montesquieu que los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes; no es exagerado expresarlo, pues muchos de los grandes crímenes de la humanidad han sido consecuencia de pésimos ejemplos de líderes irresponsables que con su accionar han llevado sangre y dolor en diversas épocas.
Lo lamentable es cuando un importante conglomerado sigue e imita la conducta de una persona que no representa algo positivo para la sociedad. Es lo que vemos cada día más, especialmente en la música. Una amiga me comentó: “Pedro, a un grupo de adolescentes le pregunté sobre las personajes que más admiraban; la mayoría eligió exponentes del ´género urbano´, esos que cantan maltratando el lenguaje y con obscenidades de marca mayor”.
Finalmente se desahogó: “¿cuál será nuestro porvenir?”. La anterior reflexión me impactó y logró que me cuestionara: ¿Quiénes son nuestras referencias? ¿A quiénes tenemos en nuestra mente a la hora de actuar? ¿Cuáles afiches reales o imaginarios tiene nuestra habitación?
Como nación necesitamos referencias que nos motiven a avanzar, que nos unan en buenos propósitos, que nos den esperanza, que nos aporten sueños. A falta de ellas un país no se desarrolla, se queda en al aire, se individualiza y cada cual trilla un camino sin luces, perdiendo todo sentido de solidaridad.
Resaltemos y valoremos a nuestros hombres y mujeres cuyas conductas son ejemplo de moral universal, de entrega a causas nobles, de coraje y sacrificio, independientemente de las debilidades que cada uno tenga por su condición de humano. Pero si en nuestra sociedad los protagonistas son todo lo contrario, es decir, seres dañinos, cobardes, mentirosos, sin aportes reales al Bien Común (de acuerdo a sus posibilidades), lo que nos espera es triste.
Así las cosas, me pregunto: ¿Cuáles son nuestras referencias como personas y como nación? ¿A quiénes apoya nuestra gente cuando tiene que decidir? ¿Cuáles vidas seguimos con interés? Dependiendo de las respuestas sabremos si marchamos correctamente en términos particulares y colectivos. Ojalá los nombres no sean los que ofrecieron aquellos jóvenes a mi amiga.