Para prevenir conflictos y violencias, es absolutamente necesario que la paz comience a vivirse como un valor en el interior de cada persona. Así nos dice la Doctrina Social de la Iglesia. Esta verdad es ignorada por los dirigentes de las grandes potencias mundiales, que están jugando a la guerra, ignorando que la catástrofe arrasaría con todo.
Cada día nos encontramos con nuevos conflictos que silencian por momentos a otros no menos peligrosos. Lo que está ocurriendo a causa del conflicto Israelí-Palestino lo demuestra, a la vez que nos llena de espanto.
Los horrores de la guerra están haciendo trizas los llamados avances de la humanidad. La barbarie y el crimen están prevaleciendo sobre el legítimo derecho de los seres humanos de vivir en paz.
Y como expresa la Conferencia Episcopal de México, estamos convencidos de que la indiferencia, el miedo y la violencia no constituyen nuestro destino, sino una etapa sombría en nuestra historia que podemos superar mediante la colaboración, la corresponsabilidad y el esfuerzo conjunto.
No perdamos la esperanza de tener un mundo mejor. Frente a este cuadro desolador, en donde tantos inocentes están perdiendo la vida por el odio, y el ansia de poder de los que promueven la guerra, digamos con San Francisco de Asís: Señor, haznos instrumentos de tu paz.