Un conocido me escribió desde España acusando a los dominicanos de aborrecer a los haitianos. “Pedro –me reprochó– ustedes pretenden incluso que mueran de hambre y de sed, pues no quieren que ellos usen el agua del río Masacre”. Le expliqué que no era así, que no se dejara confundir basado en noticias manipuladas.
Le pedí que viniera a nuestro país para que conociera la realidad más allá. Vístete de detective –le expresé– para que investigues si realmente los dominicanos atropellan y tratan como esclavos a los haitianos. Te sorprenderás.
Y te puedo adelantar lo que verás. Ya en la República Dominicana alquilarás una modesta casa en un sector de clase media y notarás que detrás construyen apartamentos donde la mano de obra es haitiana y que son más o menos felices.
Al lado de tu temporal hogar un haitiano cuidará una pequeña ferretería por las noches. El vecino te dirá que apenas lo conoce, pero que nunca ha tenido inconvenientes con él, que es un vigilante honesto. Pero eso podía ser casualidad. El universo no podía equivocarse: “los dominicanos odian a los haitianos”.
Recorrerás la ciudad. En las calles nunca contemplarás a los dominicanos llenos de rencor persiguiendo a los haitianos, lanzándoles piedras, sin permitirles siquiera caminar libremente por las calles o entrar a lugares exclusivos para dominicanos.
Te percatarás que dominicanos y haitianos comparten la bachata y el ron. Admirarás la forma en que se relacionan y hacen negocios. Viven en armonía. Trabajan en comunidad. Se encuentran en los colmados, en el transporte público, en las esquinas, donde venden alimentos. Luego irás al campo y observarás lo mismo.
Te dirigirás a la frontera, y allí, la verdad, si no fuera por el idioma y algunos rasgos en la piel, no sabrías distinguir quiénes son unos y otros. En tu recorrido averiguarás que son escasos los enfrentamientos entre dominicanos y haitianos. Reina la paz. Nunca verás dos pueblos tan diferentes manteniendo una relación tan normal. En Asia o África habría una guerra constante o al menos tensiones peligrosas..
Luego leerás que los haitianos ilegales tienen los mismos derechos laborales que los dominicanos, que hay miles de sus ciudadanos estudiando en las universidades dominicanas (la mayoría con excelente comportamiento), que reciben gratuitamente atenciones médicas (en especial las parturientas) y que se benefician de los comedores económicos.
En tu investigación concluirás: “En el mundo no entienden lo que sucede aquí. No existe el apartheid caribeño. En Haití es natural vía de escape es la República Dominicana, otro país pobre. Si hay problemas, la culpa será de quienes dejaron abandonado al pueblo haitiano y ahora injustamente culpan de esa situación a los dominicanos”.