Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: “Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.” (Isaías 22, 19-23)
Son pocos los oráculos proféticos dirigidos a un individuo en concreto. Este es uno de ellos. Se trata de un oráculo de denuncia y castigo contra Sobná, quien ostenta el cargo de primer ministro del reino en tiempo del rey Ezequías, quien vive preocupado de su propio prestigio y bienestar, en detrimento del bien del pueblo. Incluso parece que se hizo construir un suntuoso mausoleo. ¡Su pretensión sobrepasa esta vida! Estamos ante una escena de la vida del palacio real de Jerusalén. Es una crítica al mal uso de la autoridad y el puesto que se ocupa. Es un asunto de corrupción administrativa. El mayordomo real se aprovecha del puesto que ocupa para su beneficio personal.
Sobná, profetiza Isaías, será arrancado de su puesto y sustituido por Eliacín (Eliaquín, según otras traducciones). Varios signos describen el cambio de mando: la llave, la túnica y la banda. Y algunos verbos describen el ejercicio de la autoridad, especialmente “abrir” y “cerrar”. Quien tiene las llaves y puede abrir y cerrar las puertas es quien tiene la facultad de mandar y decidir. Por eso Eliacín será como un padre para el pueblo. Una designación que forma parte del lenguaje administrativo faraónico para referirse a la protección que ofrece el gobernante a los miembros del pueblo. Dios lo llama “mi siervo”, un título de calado muy significativo en los textos bíblicos, especialmente en el libro de Isaías. “Mi siervo” expresa una relación privilegiada con Yahvé, así será llamado Jesús en alguna escena evangélica.
Si nos fijamos en toda la unidad literaria que abarca los versículos 15-25 del capítulo 22 del profeta Isaías notaremos que el profeta describe a Sobná como un advenedizo aprovechado. Un hombre empeñado en “parecer”. El suntuoso mausoleo que quiere construirse lo delata. Por eso Dios lo va a “despeñar”. ¡Qué diferencia con el evangelio de este día! En él, Jesús llama a Simón Pedro “piedra”, cimiento, aunque frágil, capaz de sostener por su fe, la Iglesia.
Interesante que Dios no deje vacíos en la historia. Si ha decidido destituir a Sobná ya tiene elegido su sustituto: Eliacín. De él se dice lo mismo que luego en el evangelio se dirá de Pedro: tiene las llaves que le permitirán abrir y cerrar. Esto es, tomar las decisiones más trascendentales con respecto a la institución que sirve. También en el libro del Apocalipsis se habla del Santo “que tiene la llave de David, de forma que si él abre nadie cierra y si él cierra nadie abre” (Ap 3, 7). Desafortunadamente también Eliacín y su familia se dejarán corromper por la gloria y la riqueza. Lo que significará el declive y caída de la monarquía davídica. ¡Qué mal tan antiguo y tan nuevo! Ya se ha dicho en diversos contextos que el poder corrompe, si es absoluto corrompe absolutamente… y si es religioso corrompe religiosamente.
El 3 de junio de 2013, en la homilía de la misa que celebraba ese día decía el Papa Francisco: “Esto es un peligro también para nosotros: convertirnos en corruptos. Los corruptos están en las comunidades cristianas y hacen mucho mal. Jesús habla a los doctores de la Ley, a los fariseos, que eran corruptos; les dice que son sepulcros blanqueados. En las comunidades cristianas los corruptos son así. Se dice: Ah, es buen cristiano, pertenece a tal cofradía; bueno, es uno de nosotros. Pero nada: existen para ellos mismos. La senda de la autonomía es un camino peligroso. Los corruptos son grandes desmemoriados, olvidaron este amor con el que el Señor hizo la viña y los hizo a ellos. Cortaron la relación con este amor y se convirtieron en adoradores de sí mismos. ¡Cuánto mal hacen los corruptos en las comunidades cristianas! El Señor nos libre de deslizarnos por el camino de la corrupción”.