La Jornada Mundial de la Juventud celebrada del 1 al 6 de este mes en Lisboa, Portugal, fue un rayo de luz, fraternidad y esperanza en medio de un mundo que vive aturdido por tantos signos de muerte.


Más de un millón y medio de jóvenes fueron testigos de una experiencia que las marcará para siempre, y que ahora tienen el reto de compartirla con sus compañeros de los diferentes lugares de donde provienen. Su misión es hacer creíble con sus vidas de que otra sociedad mejor posible alcanzarla.

Por años resonarán en sus vidas, hasta llegar al corazón las palabras les dirigió el Papa Francisco cuando les decía: “Muchas realidades que hoy nos atraen prometen felicidad, después se demuestran por aquello de que son cosas vanas, pompas de jabón, cosas superfluas, cosas que no sirven, y que nos dejan vacíos por dentro.


Llegue nuestro llamado a todos los jóvenes dominicanos, y de otras latitudes, que estuvieron presentes en esta cita mundial, a que eviten caer en los abismos de la esclavitud que les presentan los adultos convirtiéndolos en guiñapos humanos.


Esperamos que nadie les secuestre la alegría, ni sus fuerzas juveniles que deben emplearse en causas nobles.