Por: José Jordi Veras Rodriguez
Hace poco, tuvimos la dicha que nos llegará la información de una joven, con apenas 18 años de edad, que junto a su madre conduce un camión de volteo para gravilla y arena.
Su nombre, Meleny Rodríguez, y desde temprana edad comenzó el aprendizaje de los camiones y patanas y su desempeño a través de su padre y de su madre. Tanto en la conducción como mecánica.
Hoy día, está talentosa y esforzada joven, no solo estudia contabilidad, sino que también ayuda a la empresa familiar con el trasiego de blocks, arena, gravilla y cemento, así como todo lo que pueda ser transportado para el sector construcción.
Nos dio satisfacción y hasta orgullo, como si estuviéramos viendo a nuestra propia hija, haciendo labores que se la endilgan a los hombres en sociedades como estas, pero que perfectamente, pueden ser realizadas por mujeres, lo que siempre hará falta, es deseo de superación, pasión y respeto por lo que se hace.
Daba gusto escuchar esta jovencita. Indicar cómo ella le brinda mantenimiento a su propio camión y le cambia las gomas junto a su madre quien es su ayudante y asistente en todas las entregas que realiza la empresa familiar.
El padre, hace lo propio en su transporte que también realiza desde años para empresas que los contratan a estos fines. De ahí, viendo a su mamá y su papá, creció Meleny observando el buen ejemplo y aplicándolo hoy en su día a día, hasta en su forma de pensar con sentido común.
Por esto, no solo es suficiente lo que hablamos o decimos a los hijos, sino la conducta y actitud en la que vivimos nuestro comportamiento. En qué manera le hacemos llegar el mensaje. No necesariamente debe imponerse por la fuerza, sino que llega solo porque por lo regular harán lo que les han enseñado en palabras y en acciones y sobre todo, cuando es hecho con amor. Donde exista coherencia y bondad.
Hoy, la joven Meleny tiene su propósito de seguir laborando junto a sus padres y estudiando en la universidad. Todo un ejemplo de esfuerzo y sacrificio.
La diferencia de esta referencia que hacemos, es la que vimos hace poco en un video de una madre que lloraba frente al féretro de su hijo e indicaba, que no importaba que la policía lo hubiera matado por pertenecer a una banda. Ya que ella tenía otros “cartuchos”, haciendo alusión a los otros vástagos que le quedaban y que estaban en el ámbito de la delincuencia también.
A veces, debemos recordar mostrar a nuestros hijos, el valor del esfuerzo y la dedicación en lo que hacen. Poder tener la posibilidad que a pesar del ambiente donde pueda criarse, tengan siempre la mejor referencia de quienes se supone deben guiarlos hacia el mejor camino.
Debemos pedir también, que aun dando el mejor ejemplo, nuestros hijos sepan aplicar lo aprendido en valores, para toda su vida.
A la vez, que luchemos por una sociedad en que la mayoría de los jóvenes, no tengan que crecer en barrios con tanta desigualdad, que cada día siguen viendo más aún, la máquina que provoca la delincuencia, como: la miseria, falta de oportunidades, hacinamiento, desempleo, entre otros. Y por supuesto, los malos mensajes que se envían, no solo desde el hogar, sino desde la misma sociedad.