Eran dos niñas, mellizas, su abuela que las estaba criando, las llevaba siempre a la Iglesia y participaban de la Pastoral de Adolescentes. Luego se fueron con su madre a Estados Unidos y allí, gracias a esa formación que recibieron de su abuela, se desarrollaron como jóvenes ejemplares de estudio y de su casa, hasta graduarse muy jóvenes y comenzar a tener éxitos en sus jóvenes vidas. Una de ellas, que en ese entonces era muy tímida pero de una alma muy noble, comenzó a ser una persona muy simpática y de mucho espíritu de vida, cosechando tempranos éxitos en sus estudios y en su producción, a sus 22 años murió de repente, dolor grande para todos y muy fuerte para su abuela, la visité, una mujer de fe, pero estaba sumamente triste ante esta situación. Hablando recordé el texto de Sabiduría 4,7-15 y le dije que cada vez que sintiera el dolor por la pérdida de su nieta, leyera el texto, para que el Señor con la fuerza de esta palabra le consolara.
Pues creo que el autor sagrado tuvo como escenario inspirador una situación parecida a esta. El estaba en la Alejandría del año 35-33 a.C., que es cuando se escribe el libro. Los judíos que vivían allí estaban sufriendo una fuerte persecución, ya que la ciudad estaba pasando por calamidades y se le atribuía a un castigo de los dioses de la ciudad, y la razón era que había un grupo que no daba culto a esos dioses: el grupo judío, que mantenía su fidelidad al Dios Yahvé. El autor quiere llevar ánimo e invitar a la resistencia a la comunidad, ante los gobernantes y demás a quienes cataloga de impíos, y es en medio de esa situación dónde habla de la muerte del joven.
El texto está ubicado en el tercer punto de la primera parte del libro que va del capítulo 1 al 6,21, donde se habla de lo que es la vida humana y su destino escatológico o final, hay un enfrentamiento en la vida entre el justo (el fiel a Dios, el creyente) y el impío (el que no cree en el Dios Yahvé e impide el ejercicio de la fe del justo y amenaza hasta su vida), todo esto se desarrolla desde el 1,16 al 2,24, y luego un enfrentamiento escatológico, un cara a cara pero ante Dios (5,1-23), donde se dará el triunfo del justo; pero en ese interín entre el enfrentamiento en la vida y el enfrentamiento escatológico está la paradoja de la vida (3,1-4,20): la muerte del justo y sus sufrimientos, muchos a manos de los impíos, y muchos de esos justos que mueren son gente joven (4,7-15).
Para el autor la muerte del justo en la juventud impacta a todos, justos y pecadores, pero entiende que el asunto no es vivir muchos años (4,8), sino vivir moralmente no importa la edad que se tenga, entonces dentro del universo sapiencial hay ahora una nueva valoración de la vida que no son los años, los bienes u otra cosa, es sencillamente la práctica de la justicia, si no se ha vivido así la vida ha sido un total fracaso. Esta valoración de la vida lleva a una valoración de la muerte, ella no es definitiva, hasta es testimonio del amor de Dios, pues puede ser camino de liberación del mal y de la pérdida por parte de Dios (4, 10.11), ya estaba maduro para Dios, pues los muchos años no son garantía de dicha madurez, hizo lo que tenía que hacer, y mucho, pues el asunto no es la cantidad de tiempo sino su calidad de empleo. Pero en sí todo esto no se entiende (4.14), es parte del misterio de Dios que nos consuela con su palabra, y nos dice que todo obra para su gracia y misericordia.