Miles de estudiantes dominicanos comenzaron a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Este tiempo es propicio para hacer un alto en el camino y revisar qué significaron estos meses en las aulas, y si realmente crecieron como personas.
Sabemos que provienen de una escuela, que como decíamos en un editorial anterior, está enferma. Los signos de violencia que presenta son una evidencia de que es urgente un cambio profundo.
Para lograrla necesita poner en práctica la iniciativa del Papa Francisco quien nos propone un Pacto Global Educativo que procura una transformación cultural sabiendo que “La educación es siempre una acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro.
Este Pacto promueve educar a los jóvenes en la fraternidad para aprender a manejar los conflictos, promover la aceptación, la justicia y la paz. También salvaguardar y cuidar nuestra Casa Común. Abrirnos a los más vulnerables,y a tener la familia como primera educadora. Estos temas y otros que contiene el Pacto serán nuestros aliados para tener jóvenes sanos y felices.
Ahora que nuestros estudiantes estarán en casa aprovechemos ese tiempo para acompañarles, fomentando en ellos, con nuestra conducta, el amor a la vida y el respeto a los demás. Solo así tendríamos buenos ciudadanos como necesita esta sociedad.
Fomentemos en ellos el hábito de la lectura, el fortalecimiento de los lazos familiares y la vocación de servicio. Esta es nuestra tarea.