Crece a ritmo acelerado la cantidad de personas que deambulan por nuestras calles mostrando trastornos mentales. Las vemos harapientas, y abandonadas. Llevan a cuesta la soledad, el desamparo de parte de familiares y de una sociedad que la estigmatiza.
Una de cada diez personas a nivel mundial vive con trastornos de salud mental, situación que se ha agravado con la pandemia del Covid 19, que dejó a millones de seres humanos afectados por la ansiedad y la depresión.
Agreguemos a este estado de ánimo, los efectos del desempleo, y bajo salario que devengan padres y madres de familias que ven cerrados los caminos para satisfacer las necesidades básicas de sus hijos.
El Papa Francisco, abordando este tema de la salud mental nos dice que en muchos casos: “La tristeza, la apatía, el cansancio espiritual terminan por diezmar la vida de las personas que se ven desbordadas por el ritmo de la vida actual”.
Viendo este panorama hacemos un llamado al Gobierno para que desde el Ministerio de Salud Pública se impulsen políticas sociales que tengan más en cuenta a este segmento de la población.
Es de justicia que estos enfermos puedan encontrar la ayuda oportuna de psiquiatras y psicólogos, y así puedan llevar una vida de calidad, y que los medicamentos que necesitan no solo sean un privilegio para los que tienen recursos económicos.
El drama que están padeciendo los enfermos mentales merece mayor atención.