Por: Isabel Valerio Lora, MSc. 

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″La mente flexible mantiene opiniones, tiene creencias y principios, pero está dispuesta al cambio y en pleno contacto con la realidad″. Walter Riso.

La flexibilidad cognitiva es  una habilidad que nos permite cambiar entre diferentes conceptos o adaptar el comportamiento para lograr metas en un entorno nuevo o cambiante. (Sahakian, Langley y Leong, 2021)

La flexibilidad cognitiva nos brinda la capacidad de ver que lo que estamos haciendo no conduce al éxito y de realizar los cambios adecuados para lograrlo.

La flexibilidad cognitiva también se asocia con una mayor resistencia a los eventos negativos de la vida, así como con una mejor calidad de vida en las personas mayores.

Incluso puede ser beneficioso en la cognición emocional y social: los estudios han demostrado que la flexibilidad cognitiva tiene un fuerte vínculo con la capacidad de comprender las emociones, los pensamientos y las intenciones de los demás.

Los estudios de neuroimagen han demostrado que la flexibilidad cognitiva depende de una red de regiones cerebrales frontales y “estriatales”. Las regiones frontales están asociadas con procesos cognitivos superiores como la toma de decisiones y la resolución de problemas. En cambio, las regiones estriatales están vinculadas con la recompensa y la motivación.

Lo opuesto a la flexibilidad cognitiva es la rigidez cognitiva, que se encuentra en varios trastornos de salud mental, incluido el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno depresivo mayor y el trastorno del espectro autista.

Los niños que tienen rigidez cognitiva suelen tener problemas con los cambios de estrategias conocidas, si tienen que solucionar un problema. Pueden quedarse atascados en una actividad o idea. Y probablemente no sepan por qué. Algunos comportamientos que se pueden observar en la casa y en la escuela son: 

  • No aceptar las ideas de otros.
  • Discutir el mismo asunto una y otra vez. Y sentir ansiedad cuando los planes cambian.
  • Frustrarse cuando cosas insignificantes salen mal.
  • Repetir los mismos errores.
  • Sentirse ansiosos cuando hay cambio de planes.
  • Dificultad para cambiar de una actividad a otra o empezar tareas nuevas y más complicadas.
  • Molestarse cuando otros no siguen las reglas.

Desde la psicología, se puede trabajar la flexibilidad cognitiva a través de la terapia cognitivo conductual, que ayuda a las personas a cambiar sus patrones de pensamiento y comportamiento