Por: Isabel Valerio Lora, MSc 

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‟Las cosas que amamos nos dicen quienes somos″. Santo Tomás de Aquino.

El perfil psicológico de una persona está formado por los rasgos psicológicos que lo caracterizan, es decir, por las características de sus procesos mentales. (Guerrero, 2017).

Partes de un perfil de personalidad son: extraversión, ansiedad, independencia, autocontrol, dureza, estabilidad emocional, afabilidad, atrevimiento, dominancia, aprensión, tensión, autosuficiencia, entre otros y el resultado del perfil muestra una gráfica indicativa del nivel de salud y bienestar psicológico. 

Según algunos autores, los hombres violentos tienen en común el siguiente perfil:

Tiende a descargar su ira específicamente en aquella persona que percibe como más vulnerable (una mujer) y en un entorno (la casa) en que es más fácil ocultar lo ocurrido.

La violencia puede ser un método sumamente efectivo y rápido para salirse con la suya.

Una preocupación excesiva e irracional sobre la posible infidelidad de la pareja

Son poco tolerantes, no respetan opiniones, acciones o conductas ajenas. Pueden reaccionar con resentimiento, de forma impulsiva y agresiva.

Tienden a ser autoritarios. Siempre quieren imponer su voluntad.

Al iniciar una relación, suelen ser detallistas y encantadores, ocultan su verdadero yo.

Su comunicación es muy limitada, no dialogan ni buscan acuerdos.

Presentan dificultades para expresar sus sentimientos o no han aprendido a expresarlos. Inhiben sus sentimientos, con una percepción distorsionada de la realidad.

Son muy rígidos y exigentes. Sus conductas están regidas por sus propios intereses, culpan, incomodan, provocan miedo y chantajean a sus víctimas.

Carecen de habilidades sociales, razón por la que su interacción con los demás es muy escasa o nula.

Critican con facilidad  de forma destructiva pero no permiten que se le critique. Buscan que su víctima se sienta siempre mal. Para disfrutar con su reacción o someterla.

Recordemos que la conducta violenta  suele ser resultado de un estado emocional intenso -la ira-, que interactúa con unas actitudes previas de hostilidad, un repertorio de conductas pobres (déficits de habilidades de comunicación y de solución de problemas o dependencia emocional) y unos factores precipitantes, entre otros, las situaciones de estrés, el abuso de alcohol/drogas o los celos (Kelley, Edwards, Dardis, y Gidycz, 2015).

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