Tomado del periódico Desde la Fe
Si la única Biblia que hay en tu casa es una grandota y antigua, heredada de tu abuelita, y que ha estado empolvándose en un atril en la sala (la Biblia, no tu abuelita), probablemente no te atraiga la idea de hojear sus amarillentas páginas. Busca una que sea ideal para ti.
Si te gusta leer en tu dispositivo, baja allí tu Biblia para tenerla a mano y leerla donde estés. Si prefieres tenerla en papel, para subrayar con lápiz lo que más te ‘llegue’, busca una que te acomode. Quizá pequeña para poderla llevar contigo, o tal vez necesites que tenga letra grande, o que traiga comentarios o incluso ilustraciones.
Date un momento para pensar cómo la prefieres y consigue la que te guste, porque es la que vas a usar. Sólo toma en cuenta que sea Biblia católica. La identificas por su autorización eclesiástica (Imprimatur). Las no católicas tienen alterada la traducción y además les faltan siete libros.
- Proponte metas cortas
Hay quien piensa: ¡uy, no, la Biblia contiene 73 libros!, ¡son muchos!, ¿cuándo voy a acabar?’, y se desanima y nunca la lee.
Pero aquí pasa como cuando vas a comer a algún lugar y lees en el menú todos los platillos que hay. No dices: ‘¡uy, son muchos!, ¡es demasiado para mí!, ¿cuándo voy a acabar?’ y sales corriendo. No. Simplemente revisas la lista a ver cuál se te antoja (mi mamá, qepd, decía: ‘a ver qué me simpatiza’), lo pides y te dispones a saborearlo. Y cuando te lo traen, no te lo metes todo a la boca al mismo tiempo porque te atragantarías. Lo disfrutas de a poquito, un bocado a la vez.
Así también con la Biblia. No dejes que la cantidad de libros que contiene te desanime.
Elige uno. No quieras darte un atracón bíblico y leer todo en una sentada. Ve poco a poco. Quizá un párrafo al día. Por ejemplo, si eliges un Evangelio (que es lo más recomendable, pues el sentido de leer la Biblia es, sobre todo, conocer a Jesús), lee sólo unos parrafitos cada vez, donde se narre una sola escena. Por ejemplo, un día lees sobre un milagro; al otro, una parábola; al otro, un diálogo de Jesús con alguien, y así, paso a pasito irás avanzando y cuando menos pienses habrás leído todo el Evangelio. Te habrá gustado tanto que en vez de decir: ‘¡por fin acabé, ahora a otra cosa!’, dirás: ‘¡ay, qué lástima, ya se terminó!, ¡ah, ya sé!, ¡Ahora leeré otro libro bíblico!’
- Haz buenas preguntas y busca buenas respuestas
Cuando elijas el libro bíblico que quieras leer, averigua quién lo escribió, por qué, para quién, con qué objetivo. Y conforme vas leyendo, ve consultando un buen comentario bíblico católico que te ayude a entender lo que lees. Es que en la Biblia hay historias que pueden parecerte rarísimas, incluso escandalosas, y suelen ser narradas sin que el autor comente si lo que hicieron los personajes de los que habla estuvo bien o mal. Así que puede desconcertarte y darte una impresión equivocada. Por eso es indispensable que obtengas buenas respuestas a tus dudas, por ejemplo en sitios de apologética católica y en foros católicos donde te respondan expertos.
Permíteme sugerir que si vas a leer el Evangelio de san Marcos, o el de san Mateo, o el de san Lucas, consultes mi curso bíblico gratuito, que trae explicada frase por frase y propuestas para reflexionar y aterrizarlo en la propia vida. Puedes leerlo en pantalla o imprimir cada clase para disfrutarla a tu ritmo. (www.ediciones72.com)
Y lo más importante: Pide siempre al Espíritu Santo que te ilumine para perseverar, captar el mensaje que Dios te quiera dar y responder según Su voluntad.
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