Realidades y extractos

Por: José Jordi Veras Rodríguez

Desde que asumió el nuevo equipo a la Procuraduría hace casi dos años, establecimos, que se perdería en el esfuerzo y el cansancio, el trabajo que ha venido realizando el Ministerio Público en las tareas de enfrentar el crimen organizado y el fenómeno de la corrupción, si solamente nos quedamos en la colocación de los nombres respetados y renombrados que conforman la cabeza de dicha institución.

Esto lo que indicamos más arriba, es porque para tener completo un verdadero cuerpo de representante de la sociedad, se requiere que al mismo, se le pueda dotar de los recursos económicos, logísticos, técnicos y humanos que se necesitan para enfrentar una labor tan desgastante como hasta ahora hemos podido ver.

Solo hay que imaginar las horas invertidas en cada expediente abierto, con sus respectivas fases de: investigación; depuración; preparación del expediente preliminar; allanamientos; medidas de coerción; revisiones; posibles apelaciones; incidentes; preliminares y juicio de fondo.  Imaginen todo eso pero multiplicado por cada uno de los grandes casos que hemos conocido con las distintas denominaciones como “operaciones”; sin perjuicio, de los casos normales y comunes que siguen llegando a la rutina diaria del quehacer del Ministerio Público. 

Ahora, supongan ustedes la cantidad de personas que se requieren para darle seguimiento a todo eso, con la misma cantidad de recursos humanos, y con un presupuesto que se diluye en otras labores que están a cargo de la Procuraduría, como el control de los centros penitenciarios y llevada de presos o imputados o internos a las audiencias de juicio del país, labor ésta que le resta muchísimo dinero de su presupuesto. 

Entonces con ese breve panorama para que puedan entender quienes no son abogadas y abogados y menos del área penal, supongan un trabajo de entrada supuesta a las 8 de la mañana pero sin hora de salida segura.  A tener que realizar esa misma labor día tras día con todo el estrés que supone todo eso y un trabajo sumamente peligroso.  Entonces, es por eso que muchos fiscales, una vez el Estado ha invertido muchos recursos en su formación, prefieren pasar al ejercicio privado y no seguir haciendo todo ese esfuerzo, que no es retribuido de forma seria.

Que no se hable tanto o se empeñen tanto por modificar una Constitución, si el poder político actual o el que venga no está dispuesto en otorgarle lo que le corresponde por ley, a la Procuraduría o el Ministerio Público, acorde a lo que expresa la norma. De qué vale que él o la procuradora no lo nombre el Presidente de turno, sino tiene garantizado lo que se va a necesitar para llevar a cabo las distintas políticas públicas para enfrentar los delitos y crímenes que genera la sociedad, que cada día son más y mejor sofisticados. Entonces, no hablemos de que impondremos una independencia en esa institución, si la misma no va acompañada de los recursos que se requieren para no tener que estar mendigando o trabajando sin motivación, porque no se tiene lo que se requiere para no ejercer una labor tan delicada, si a la misma no se le da la dignidad y respeto que merece.

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