Los campesinos tienen un dicho, propio de esa sabiduría que ha sabido acompañarles a lo largo de su vida, para saber vivir y sobrevivir ante tantas calamidades que han pasado y pasan, y el dicho es: ´´vamos a hablar a calzón quitaó´´, es decir vamos hablar claro, sin ambages, sin subterfugios, sin disfrazar las cosas, ver las cosas como son aunque nos duelan y molesten, y creo que debe ya llegar la hora de hablar de esta manera en la sociedad dominicana respecto a la Semana Santa.
Cada año vemos como una celebración cristiana nuestra es utilizada como marco para darse en medio del pueblo, sobre todo en las playas y balnearios locales, unas vivencias equiparables a las bacanales narradas por Eurípides en la antigüedad. Un tiempo que se ha de suponer que debe ser de reflexión, silencio, encuentro desde la fe y en la fe, para rememorar el día que murió Jesucristo y también su posterior resurrección. Pero en la gran mayoría de nuestro pueblo nada de eso cuenta, solo diversión, bebidas, fiesta y francachelas, e incluso se dan unas tragedias en carreteras y lugares, donde muchos incluso pierden su vida, y se ve esto como si fueran simples daños colaterales de dicha celebración, y así no.
Es cierto que la sociedad dominicana ha cambiado, es más pluralista, hay diversas formas de pensar y vivir. Tal vez en tiempos pasados, el pensamiento era más homogéneo y la religión tenía un peso capital y de decisión en todo lo que se hacía en la sociedad, sobre todo nuestra religión católica, pero da la impresión de que este dato no ha sido tomado en cuenta ni por nosotros los católicos ni por la sociedad en sí a la hora de la llegada cada año de esta semana especial, llamada Semana Santa, que lamentablemente hoy día a nivel general tiene poco de vivencia santa.
Un grupo de la sociedad somos los que mantenemos el carácter santo y el objetivo por el cual se ha constituido esta semana y el Estado dominicano así lo confiere. Un sacerdote escribió una vez, buscando el lado amable de esta cuestión, que está bien que la gente se vaya a la playa o por ahí, para que nos dejen las ciudades y los pueblos libres y tranquilos y así celebremos el verdadero sentido de estos días. Pero el asunto es que somos pretexto para otra cosa. Por ejemplo, el comercio lo tiene como época para obtención de ganancias, y por poner un caso, ya el sábado santo se ha constituido en un día completo de fiesta donde merengueros y otros artistas populares hacen su agosto. Pienso que nos nos deberíamos prestar a ser conejillos de india, como dicen, para que se den estas cosas, que no ayudan a nuestro pueblo, sino que contribuyen a su desarraigo moral y pérdida de valores en especial en su juventud.
Creo que al ´´pan-pan y al vino-vino´´, que los cristianos mantengamos, y debemos de hacerlo, el carácter santo y sagrado de estos días, pero que el Estado regularice mejor estos días en aras de lo que el mismo pretende: de que el pueblo se recoja entorno a la muerte de Cristo, podría dispensar solo la tarde del viernes libre en los trabajos o disponer de algún fin de semana largo para vacaciones más prolongadas en familia, la cual podría estar cercana al primero de mayo Día de los Trabajadores y del trabajo. Ayudar más a las iglesias cristianas, sobre toda la nuestra, auspiciando programas y actividades que ayuden a la finalidad espiritual de estos días, y demás cosas que en bien de la población y del sentido propio que deben tener estos días de Semana Santa.
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