Por: José Jordi Veras Rodríguez 

Si bien es cierto que todo inicio de año debe ser motivo de alegría y esperanza, buscamos resaltar las mejores situaciones que se dan alrededor de este periodo.   Sin embargo,  se indicaba la información en el primer día de este nuevo año, 2022, al igual que el año pasado, que la primera mujer embarazada que daba a luz, era una menor de edad. Si bien es importante puntualizar la buena nueva, detrás de este hecho queda un sabor amargo, y es precisamente la calidad de quien ha sido la protagonista.

Sigue dándose la realidad triste de que las menores de edad siguen haciendo crecer esas estadísticas que como país nos siguen dando un saldo social negativo.

Según estudios  del Gabinete Social de la Niñez junto a Conani, presentaron el mismo, luego de meses de estudios, para la prevención a Uniones Tempranas y Embarazos en Adolescentes, establecía, lo siguiente: “que el 13 por ciento de las adolescentes dominicanas se inician sexualmente a los 14 años”.  Conllevando esto, la cantidad de familias desestructuradas, se hacen imposible romper con el circulo de la pobreza.

Asimismo, indicaba el mismo estudio, que “el 77 de cada 1000 jovencitas de entre 15 y 19 años sea madre”, un resultado que no deja de ser otro problema social que debe enfrentar el país. 

Otro informe, en este caso de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe  (CEPAL), titulado, “Los matrimonios y uniones infantiles”, tempranos y forzados: prácticas nocivas profundizadores de la desigualdad de género en América Latina y el Caribe”; indica, que: “las niñas y adolescentes en matrimonio y uniones infantiles en República Dominicana dedican 36.6 horas al trabajo doméstico, mientras sus pares varones solo suman 4.4 horas”.  Esto indica que los hombres se desligan de tareas domésticas y del cuidado al convivir.

UNICEF establece que en nuestro país, el 58.6%de las niñas del quintil más pobre se casaba o unía antes de los 18 años y el 23% lo hacía antes de cumplir los 15 años.  Puede entenderse que el matrimonio se vea como una manera de salir del hogar, o muchas piensan y valoran más la maternidad que el desarrollo escolar.  De una manera o de otra se rompe con esto un ciclo productivo posible con esas situaciones.

Como podemos observar estos números siguen dejándonos mal parados como nación porque sigue siendo un problema social y económico del cual no hemos podido darle una solución que satisfaga y que sigue siendo parte de nuestro subdesarrollo.   Y en parte, porque no hemos decidido asumir políticas públicas más adecuadas para crear mayor educación sexual en nuestras escuelas y hasta en los propios hogares

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