Policías, población y armas

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No le echaré la culpa a la Policía Nacional, PN, por los condenables hechos protagonizados por algunos de sus miembros. Son casos individuales, no una política a seguir, aunque refleje debilidades de la institución. Ocurre igual en países desarrollados. Que se aplique la ley contra los abusadores y se haga lo necesario para evitar que continúen esas tragedias.

Es fácil exclamar: “voten a todos los policías, necesitamos un cuerpo del orden nuevo, lo que está no sirve”. En ocasiones somos injustos al evaluar la labor de la PN. Valoremos al menos que arriesgan su vida, en condiciones precarias y con poca motivación.

Nuestra PN ha mejorado, destacando la investigación y solución de crímenes y delitos, aunque falta mucho camino por recorrer. Para avanzar debemos agilizar su reforma, en la cual trabaja una comisión multisectorial nombrada por el presidente Luis Abinader.

La realidad es que en la PN no todos están preparados para portar un arma de fuego, incluso oficiales. Analizando los casos donde uno a varios policías han dado muerte a personas inocentes, siempre está presente el irresponsable manejo de las armas de fuego.

En el mundo más de 15 países tienen a sus equivalentes PN desarmados, pero cuentan con unidades especializadas, altamente entrenadas, que saben actuar en situaciones graves o de emergencia. Es un ejemplo interesante.

Sería oportuno profundizar sobre el alcance de la ley 590-16, que en su artículo 50 establece que en el ejercicio de sus funciones, los miembros de la Policía Nacional están autorizados a portar las armas que les sean asignadas según el Reglamento de Asignación de Armas.

El problema de las armas de fuego también abarca a la población, donde para muchos poseerlas es sinónimo de prestigio social. Si alguien se saca el premio, lo primero que compra es una pistola o revólver, aunque no tenga luego qué comer o no pueda pagar la educación de sus hijos. También la mejor muestra de que se está en el poder es llevar un arma al cinto.

Casi a diario una familia se enluta por el uso irracional de un arma. Además, tenerla no implica mayor seguridad personal. Según las estadísticas, el que posee una tiene más posibilidades de encontrarse un problema, incluso morir.

Es urgente iniciar una campaña de educación sobre el uso correcto de las armas de fuego dentro de la Policía Nacional y la población, donde no pocas son ilegales. Es un asunto de vida o muerte.

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