Recientemente leí, en un periódico digital, que una famosa cantante norteamericana se declaraba “de género no binario”, es decir, ella decía que no se sentía ni hembra ni varón.
Esto del género ha venido a ser tema muy discutido en los últimos tiempos, pues desde hace unos años se viene diciendo que lo relativo al género, entiéndase lo masculino y lo femenino, es una categoría cultural, otros algo psicológico, más que un asunto biológico-sexual.
Todo esto se basa en investigaciones de la antropología cultural, donde algunos estudios sobre la cultura de ciertos pueblos revelan que la distinción de género obedece más a factores familiares, sociales, económicos y hasta políticos. Esto ha servido para que muchos lleguen hasta el extremo de plantear lo que hoy se conoce como la ideología de género, auspiciada sobre todo por grupos defensores de los derechos de los homosexuales o “gay”, creando una especie de diversidad de género, que da la impresión, que como el nuevo género no binario, cada día aparece uno nuevo.
Pero la discusión alcanza altos niveles, cuando se ve que en sí hay influencias de elementos socio-culturales en algunas culturas o sociedades no occidentales, o lo que la genética aporta en cuanto al asunto de los cromosomas en lo que son de género masculino en relación con los femeninos, además de las diferencias fisiológicas que tienen también su valía.
Tratando de entrar en la discusión, pero desde la esfera bíblica, tenemos que en Génesis 1,27 dice: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”. Vale decir que este versículo ha sido bandera y estandarte, de aquellos que están en contra de la llamada ideología de género, y que los contrarios lo denigran por el carácter religioso.
Si bien es cierto que el texto refleja la cultura en la que fue escrito, posiblemente hacia el siglo VI A.C., en Babilonia, es el tiempo del destierro del pueblo de Israel, algunos dicen que en estos pueblos semitas con anterioridad había cierta ambivalencia en cuanto al género, como hoy los defensores de la diversidad genérica sostienen.
Ahora bien, Israel trató siempre de diferenciarse del modo de vivir y de las culturas de estos pueblos, aunque no necesariamente este sea el caso, pues no debemos olvidar el contexto escriturístico en que se encuentra el versículo, que es el acto creador de Dios que tiene como culmen la creación del ser humano, al cual crea en dos vertientes, de forma binaria: varón y hembra, sexuados, con su imagen en cada uno, y de esta manera destinado tal binarismo para la reproducción (Gen 1,28a).
Es la única alusión bíblica que podemos encontrar en relación al género. Hay textos como el de Levítico 18, 22 y 20,13, que hablan de lo relativo a la homosexualidad, el cual mencionamos por la correlación que se ha dado hoy entre los grupos homosexuales y la ideología de género, y tal vez por ahí estaría una luz en medio de este problema, pues siguiendo el texto bíblico no hay más salida: o lo masculino o lo femenino, nada a medias, ni nada nuevo, algo que favorece la genética y la biología.
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