A la diáspora dominicana

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Tenemos que comenzar siendo agradecidos una y otra vez, al momento de iniciar el presente artículo.  Y hacerlo como colectivo de un pueblo que no ha sido ajeno a toda la crisis sanitaria, emocional y económica; que ha sufrido el mundo.  Y esto lo indicamos porque en medio de tantas precarie­dades, hemos recibido la muestra de solidaridad de parte de nuestros conciuda­danos que viven en el ex­tranjero, y a pesar de que la hemos recibido siempre, ahora adquiere mayor valor, por el momento y las cir­cunstancias en las que se está dando.

El año pasado supimos ver cómo en cifra record, se enviaron a través de las re­mesas, la mayor cantidad en un período de un año, como no se había visto en los últimos diez años, al recibir, US$8,219.03, esto es, un 16 por ciento más en el año 2019. Esto es, que se des­prendieron de lo poco que recibían, para compartirlo con los suyos.

Pues, si bien es cierto que son datos que conocimos por el informe del Banco Central, a finales de año 2020.  Ya el 2021, no se ha quedado atrás, porque re­sulta que desde enero hasta mayo, las remesas han su­mado la no menos significativa cifra de: US$4,393.2 millones, siendo esto, US$1,656.00 millones más que el reflejado en el mismo período del año pasado, al lograr un 60 por ciento de crecimiento.

Hemos querido traer, sin cansar en números al lector, más que lo económico, el gesto y ejemplo brindado por nuestro compatriotas y que sepamos valorarlo. Y por eso hacemos el llamado a ser más AGRADECIDOS, una virtud sencilla, sin embargo, tan difícil a veces de recordar.

Sabemos que todo ese dinero viene de los recursos recibidos del actual gobierno norteamericano, que du­plicaron los ofrecidos por el anterior, con las facilidades ofrecidas. Y de alguna ma­nera ha impactado de forma positiva en nuestra econo­mía, en diferentes formas, más allá de las mismas re­mesas, porque si bien esos recursos mencionados llegan por esa vía, otros entra­ron por los dominicanos que nos visitan gracias a esos mismos fondos.

O, se ha dado el caso, que han podido entrar para solventar deudas hipoteca­rias que tienen muchos de la diáspora, que de las prime­ras cosas que hacen es comprar su casita en su país.

Estamos conscientes, por conocer esa área, que otros se han dedicado a ad­quirir inmuebles, utilizando de forma inteligente lo que saben se está recibiendo de forma excepcional y que tarde o temprano, ya no seguirán recibiendo.

Un mensaje, desde este rinconcito de nuestro escri­to, para toda la diáspora do­minicana que nos sigue dando muestras de apego; cariño; lazos de unidad; y como hemos indicado más arriba, de gran solidaridad para con sus compatriotas.

Gracias a ustedes. Y no­sotros, aprendamos del ges­to de nuestros hermanos que viven fuera de su tierra.

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