En honor a las Hermanas Mirabal

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Con demasiada frecuencia las mujeres son ofendidas, abusadas, violadas, inducidas a la prostitución. Si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz, y no un patio de guerra, todos debemos hacer mucho más por la dignidad de cada mujer. Toda violación inflingida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La violencia contra las mujeres es una herida para toda la sociedad.

Así lo manifiesta nuestro querido Papa Francisco, y lo traemos a nuestra conciencia con motivo de conmemorarse el pasado 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instituido por las Naciones Unidas, en homenaje a las Hermanas Mirabal, quienes hace 60 años fueron asesinadas, junto a su chofer Rufino de la Cruz, por la tiranía Trujillista.

Este mensaje del Sucesor de Pedro llega en uno de los momentos en donde muchas mujeres dominicanas sufren las consecuencias más atroces de un machismo alimentado por una cultura de muerte, y fortalecido por la inconducta de tantas figuras públicas del arte, los deportes y el mundo político, quienes su fama y fortuna la aprovechan para hacer de la mujer un ­objeto.

Ya es hora de que Gobierno y sociedad en general nos comprometamos de manera solemne a trabajar sin pausa para terminar con tantos hechos sangrientos. Hay que tomar medidas urgentes que contribuyan a frenar estos crímenes contra las mujeres y que se están convirtiendo en acciones ­cotidianas.

Evitemos que la indiferencia, y la falta de voluntad de quienes deben ­actuar para cambiar esta dolorosa realidad, hagan de la sociedad dominicana un lugar de peligro permanente, sobre todo para las mujeres.

 

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