¡Hasta el cielo Don José!

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Era el otoño del año 1974, el padre Vinicio Disla me invitó a ayudarle en su programa radial Luz en el Aire, que se transmitía en vivo por la emisora Radio Amistad, en Los Jardines, en Santiago. Veníamos de Moca don­de Vinicio era Vicario de la Parro­quia Nuestra Señora del Rosario.

Antes de entrar a los estudios de Radio Amistad había una espe­cie de recibidor con bancos de ma­dera y allí  me presentó Vinicio a Don José. Al escuchar su voz me asombré de reconocer la misma voz que escuchaba por la radio, pero aún más me sentí acogido por un hombre que irradiaba e irradió durante toda su vida paz, calma y ese sentido de servidor pastoral que caracteriza a los hombres de Dios.

Con los años muchos fueron los encuentros con Don José y su fa­milia, pero ninguno como ese pri­mer día en que me introdujo al estudio y me mostró detalles puntuales de la dinámica de comunicación en una emisora de radio. La distancia a la que había que hablar al micrófono, la brevedad de los espacios de silencio, llevar siempre el sincronismo con el controla­dor de cabina, tener todo preparado para no improvisar. Recuérdese que yo no era locutor sino un asistente del padre Vinicio en lectura, musica­lización y otros detalles.

Con el tiempo, cada vez que debo hablar en público recuerdo esa lección puntual y simple que me enseñó un maestro de la radio. Un servidor que puso sus medios al servicio de la Iglesia y de la comunidad. Un hombre por lo re­gular callado, observador, pero con una voz vibrante y musical, siempre apegado a las reglas del tiempo, exigencia vital para una radio responsable.

Junior, su hijo, creció y pienso que por relación natural nos hicimos amigos, no hace mucho tiempo compartimos una maravillosa velada por las colinas adyacentes a Santiago donde están las antenas de la emisora, mientras yo esperaba para fotografiar la luna llena.

“Don José Enrique McDougal Guzmán, está en un viaje especial junto a su Creador. Tu ejemplo nos obliga a tener fe y resignación en este difícil momento”. Nos compartía Junior en la mañana de este día en que el Supremo dueño de la vida le ha llamado a su morada.

Con nuestras condolencias a Doña Rosa y a todos sus familiares dejamos en la memoria las pala­bras del Señor en el Evangelio de Mateo 25:21 “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.”

Que el Dios de misericordia y amor, acoja a nuestro hermano José Enrique, a quien ha llamado de esta vida, donde mostró su amor hacia él y le conceda gozar de la paz y la luz eterna en su pre­sencia.

¡Hasta el cielo, Don José!

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