Escrito a los 4 días de mi cuarentena.
La pandemia no es un enemigo: ha llegado para darle un sacudión a la humanidad y hacernos
saber lo significativa es la vida. Antes, lo primordial era el interés personal y la tecnología,
pero la cuarentena nos ha enseñado que dialogar cara a cara con nuestras familias es más
interesante que instalar una conversación por chat. Nos han cerrado los centros de diversiones
y entretenimiento, sin embargo ese que vemos como un enemigo nos abre la puerta del hogar
para pasar más tiempo con nuestros seres queridos, autorizandonos vivir y compartir
momentos en casa con cada uno de ellos. Nos cohíben de dar un saludo de beso, un abrazo o
el simple gesto de tomarnos las manos, siendo ese microorganismo quien nos enseña el valor
de tener la cercanía de las personas y poder dar y recibir esos afectos a lo que esta generación
no se desacostumbra fácilmente y que nos unen como seres humanos.
La Tierra ha utilizado un mecanismo de defensa llamado Covid-19 para que la misma pudiera
tomar un respiro, y descansar de tanta contaminación que le ha causado la especie más
peligrosa del mundo. Hoy en día los animales andan libremente por sus hábitats sin temor a
que el hombre invada su espacio por eso las aguas están más limpias y cristalina ya que
navegamos poco. La relación de salud ahora es inversamente proporcional, más salud en la
naturaleza, menos en la especie humana. No hay guerra entre naciones, sino que las mismas
trabajan para construir juntas un arma llamada vacuna que pueda acabar con el microscópico
organismo que ya conocemos. No se piensa en economía y se valoriza la importancia de
aquellos que trabajan en el sector salud, quienes hoy en día han recibido aplausos de todo el
mundo.
Esta familia del coronavirus nos enseña que aunque los templos están cerrados la Iglesia no
lo está, por la comunicación que establecemos con Dios a través de la oración y con el mejor
recurso que Dios quiere que lo hagamos, con nuestra família. Nos da a conocer que tenemos
una fe oculta que no solo debe utilizarse en momentos difíciles, sino siempre y a la vez nos
señala la importancia que tienen las celebraciones solemnes en la que se rinden tributos a
Dios, ya que no nos acostumbramos a ver sin feligreses esas actividades que percatamos por
medio de las transmisiones en vivo a través de las redes. Nos hace entender que no hay
religión que pueda separarnos de Dios, sino un Dios que nos une en oración sin importar el
país en el que nos encontremos. Nos da la lección de que la Biblia no es para tenerla abierta
en casa, sino para leerla y ponerla en práctica. Para aquellos que le cuesta creer, les trae las
historias bíblicas a la vida actual, tal y como esos momentos de plagas que vivió Moisés.
Covid-19 nos recuerda que no hay trabajos que nos separen de las familias ni labores que
estén por encima de la salud. Nos da un toque de queda que de no cumplirlo nos apresarán,
pero nos regala un quédate en casa, con lo más valioso que tenemos y que nos hace libre del
contagio. La pandemia nos aísla del mundo, aunque nos une más que nunca a nuestros
parientes. Ese brote viral nos afecta la salud, sin embargo desinfecta al planeta de los actos
que comete el hombre. El virus ataca cronicamente a los abuelos, no obstante revive la
importancia que se le debe dar en vida. Por un lado nos hace sentir pánico, por el otro nos
hace higiénicos y nos lleva a preocuparnos por la salud.
Es agente microscópico nos avisa que seguirá recorriendo el mundo día y noche en cada
continente hasta que la especie humana entienda que debe amarse entre sí, que comprenda
que tiene un planeta importante para sí mismo y los demás seres que habitan en él. Dios sabe
lo que hace y porqué ocurren las cosas, no estamos sólos, saldremos de tal situación porque
está escrito: "El Señor desviará de ti la enfermedad; no te mandará jamás epidemias malignas,
como aquellas que conoces de Egipto, sino que afligirá con ellas a los que te odian"
Deuteronomio 7:15. Guarda la calma, permanece en casa, recuerda que en estos tiempos
debemos hacer una relación simbiótica con Dios a través de la oración. Que el Señor te
bendiga.
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