El mes de abril tiene magia, evitemos que el COVID-19 se la quite. En este confinamiento oportuno, debemos cumplir con el deber de quedarnos en casa, pero a la vez buscar cómo alimentar nuestro espíritu, refrescar nuestra alma, oxigenar nuestro cerebro, hacer latir con más alegría nuestro corazón.
Podemos vencer la soledad conversando, sí, conversando, algo que parece olvidado por culpa de la tecnología. De igual manera la lectura y escribir son buenas medicinas. Yo he optado especialmente por escuchar música y cantar, cantar sobre todo, tal vez inspirado en Tagore cuando decía que “cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta; mas cuando el hombre canta, Dios lo ama”.
Abril es el mes de las canciones. En su reinado primaveral las musas se tornan atrevidas. “Que no acabe esta noche ni esta luna de abril/para entrar en el cielo no es preciso morir”, nos dice nuestro Manuel Jiménez en un derroche de ternura. “Te regalo un otoño/un día entre abril y junio/un rayo de ilusiones/un corazón al desnudo”, nos obsequia entre rosas nuestro Juan Luis Guerra.
Los grandes de Cuba también le hacen reverencia. Silvio Rodríguez, el talento hecho persona, nos canta vestido con las nubes de la mañana: “Mucho más allá de mi ventana/mi esperanza jugaba a una flor, a un jardín, como esperando abril”. Y Amaury Pérez, alejado del frío que desgarra el alma, nos lanza esta joya: “Acuérdate de abril, recuerda mi andar sobre tu piel, descalzo/ acuérdate de abril recuerda: mi gesto en el primer abrazo”.
Abril igual conquista a los inmortales de España. En una habitación de la posada del fracaso, Joaquín Sabina se desahoga: “Quién me ha robado el mes de abril?/¿cómo pudo sucederme a mí?/ ¿quién me ha robado el mes de abril?/lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón”.
Y Joan Manuel Serrat, que al escucharlo cicatrizan nuestras heridas, nos confiesa: “Especialmente en abril la razón se indisciplina y como una serpentina se enmaraña por ahí”.
En nuestra patria, abril tiene su himno: “¡A luchar! ¡A luchar! ¡A luchar! A luchar soldados valientes, a imponer los nobles principios que reclama la Constitución…”. Abril es un coro de valientes, acompañado de una orquesta llamada dignidad, donde todos, cantantes y músicos, llevan una enseña tricolor en el alma.
Cantemos en abril, no importa que nuestra voz sea poco angelical, que el Creador aplaudirá nuestras notas si nos quedamos en el hogar.
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