La Palabra era Dios

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Antes de que arranque la batalla del año, estos días en que “la vida cruza despacio y el tiempo pasa sin prisas” se prestan a adentrarnos en nuestra relación con Dios.

La primera lectura de hoy, del libro del Eclesiástico 24, 1-4. 12-16, resume maravillosamente la relación de Dios con Israel.

Al igual que nosotros, el mundo antiguo valoró la sabiduría. En el Eclesiástico, aprendemos que Dios mandó a la sabiduría: “habita en Jacob, sea Israel tu heredad.” La sabiduría era una criatura, llamada a no perecer jamás. De todos los lugares y actividades de Israel, la sabiduría se localizó en el templo de Jerusalén, se manifestó en el culto e hizo de Israel su heredad, uniendo su destino al del pueblo.

Si Eclesiástico 24, resume la relación de Dios con Israel, Juan 1, 1- 18 relata la relación de Dios con toda la humanidad. Esa relación se ha revelado plenamente en Jesús, hasta tal punto, que Juan evalúa así todo lo anterior, “A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.”

La sabiduría era una criatura. Juan presenta a Palabra como Alguien que ha existido desde siempre “junto a Dios, y la Palabra era Dios.”

Todo el Evangelio de Juan nos comunica la Buena Noticia de que Jesús es la Palabra de Dios. “La ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad, vinieron por medio de Jesucristo.”

La gracia se refiere al amor gratuito de Dios que no se apoya en nada que nosotros hayamos hecho. Jesús nos revela que Dios nos quiere entrañablemente. La verdad aparece aquí en su significado más profundo: la lealtad.

¿Qué traerá el 2016? Jesús nos asegura que podemos contar con la lealtad de Dios.

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