Parroquia San Pedro y San Pablo celebra Bodas de Plata

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En El Ensueño, Santiago

La alegría se extiende a los sectores Retiro I y II, y Gonaive, Nibaje

 

Para los cristianos hablar de solidaridad es referirnos al amor de Dios y del prójimo. Estamos llamados a contemplar el ejemplo que nos dio Cristo, da­do que Él “nos amó hasta el extremo” (Jn 13, 1), entregando su vida por amor a todos. De igual modo, también nosotros debemos crecer en el amor a Dios y al prójimo. ¡Los santos nos dan un bello ejemplo al res­pecto!

La solidaridad es una de las características que nos hace más humanos Y más herma­nos, siempre he­mos esta­do dispuestos a dar la mano a quienes lo han necesitado dentro y fuera de la Parro­quia.

A lo largo de la historia de estos 25 años de la Parroquia, cuántos hombres y muje­res, nos han dejado un ejemplo imborrable de una vida entregada, comunicando la pala­bra dando testimonio con sus vidas y viviendo de manera fraterna.

La comunión fraterna es un don de Dios y una tarea para todos. Dios Amor nos ayuda a vivir y a crecer como hermano.

Queremos hacer memoria agradecida de tantos bienes reci­bi­dos en estos 25 años de nuestra Parroquia. En la década de los 70-80 nacimos como co­muni­dad cristiana, siendo el querido Juan Montalvo jesuita, el primer sa­cer­dote que nos acompañó y nos ayudó afianzar­nos en la fe.

El querido Padre Bienvenido Tolentino, (EPD) es recordado en esta Parroquia como un hombre de Dios, senci­llo y humilde. Nos transmitió esa forma de ser, es decir, nos presentó a un Jesús sencillo y asequible.

Monseñor Juan An­tonio Flores San­tana, guiado por el Espíritu Santo, vio que tenía­mos las condiciones y nos constituye Parro­quia, el 24 de noviembre de 1994, por gracia de Dios somos Parro­quia.

El padre César Hi­lario, sacerdote preocupado en formarnos como verdaderos apóstoles del Señor. Cristia­nos comprometidos a anunciar la Buena No­ti­cia de Jesús encarnado en los pobres, y comprometidos a de­nunciar todo lo que atenta contra la digni­dad de las personas.

Ha sido el sacerdote que por más tiempo ha trabajado en esta comunidad. Agrade­mos todo lo que sembró en noso­tros. Mu­chísimas gracias que­ridísimo padre Hilario por ser parte nuestra, por todo lo que sembró y por su testimonio sacerdotal. Lo queremos mucho.

* Al hacer esta me­moria agradecida es justo y necesario tomar conciencia del paso de Dios por esta parroquia a través de sus minis­tros quienes con su entrega han dejado huellas indelebles en nosotros.

Vaya toda nuestra gratitud al padre Apo­li­nar Castillo, quien también hizo tanto bien a esta parroquia por to­dos los valores que nos inculcó. Gra­cias querido Polo por tu presencia cariñosa.

Recordamos con in­menso cariño y gra­titud a los queridos diáconos que han prestado su servicios esta comuni­dad y que también han hecho camino con no­so­tros..

También hoy que­remos decir, GRACIAS SEÑOR, por los presidentes de asamblea que con su testimonio de vida nos han edificado, algunos ya no están en­tre no­sotros, Corito y Tony, que el Señor lo haya recompensado grandemente.

Al celebrar las Bo­das de Plata de esta amada Parroquia, que­remos agradecer a tantos laicos y laicas, algu­nos ya no están entre nosotros por el trabajo arduo, por su entrega generosa, por su testimonio creíble y por su generosidad incondicional.

Los movimientos apostólicos desde su carisma han aportado vida, alegría, compromiso y colaboración auxiliando al Párroco de turno.

Hace tres años contamos con la presencia de nuestro Párroco Mons. Pedro Henrí­quez quien ha estado animándonos en este ju­bi­leo de plata para juntos celebrar, agra­decer, festejar y compartir estos 25 años.

Nos sentimos favo­re­cidos por el Señor que nos ha regalado vocaciones: Vírgenes Consagradas y Siervas de Jesucristo Resuci­tado

Celebrar 25 años creciendo en fraterni­dad y solidaridad nos compromete a vivir de manera más coherente y según el querer de Dios.

Tanto la fraternidad como la solidaridad pa­recen estar en la cima de las pro­puestas he­chas por Jesús de Naza­ret. Con la ayuda de Dios que­remos se­guir haciendo camino al an­dar, por encima de las limitaciones de cada uno lo que importa es el amor que ha de ser el camino que de­bemos transitar.

Hoy con el corazón encendido esta que­rida comunidad parroquial ofrece al Señor de la vida estos 25 años con sus luces y sus sombras, con sus ilusiones y esperanzas con lo que tenemos y lo que nos falta.

Gracias padre Wil­fredo Martínez, por su cola­boración y por tu testimonio sacerdotal en medio de nosotros.

Celebrar estas Bo­das de Plata de nuestra querida Parroquia ha sido un momento de gracia para nosotros, nos sentimos bendecidos por Dios.

Que el mismo Jesús Resucitado presente en­tre nosotros nos al­cance por la intercesión de San Pedro y San Pablo lo que más estemos necesitando.

Podríamos decir que gracias a la entrega y generosidad de obispos, sacerdotes, diáconos, presidentes de asamblea, laicos y lai­cas hoy poder celebrar estos 25 años con in­mensa alegría por el trabajo realizado y po­demos decir: Gracias Señor, porque hemos crecido en fraterni­dad y solidaridad.

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