Quizás gracias a los acontecimientos políticos ocurridos los últimos meses, se ha vuelto cotidiano referirnos a nuestra Constitución. Y esto es positivo y lo resalto porque el pasado 6 de Noviembre conmemoramos el Día de la Constitución. Nuestra Carta Magna, poco a poco, deja de ser un elemento abstracto y lejano, para tomar vida e interés en la ciudadanía. Enhorabuena.
Nada ni nadie está por encima de la Constitución. El abogado que no domine este tema es un negligente en su oficio, un mal profesional. Sería como el sacerdote que no entienda la Biblia. Pero no nos limitemos a los abogados. El ciudadano que desconozca al menos lo básico de nuestra Ley de Leyes, está a merced de que le violen todos sus derechos fundamentales, como una prisión ilegal, para citar un caso. La Constitución también nos presenta herramientas para defendernos cuando nuestra dignidad es irrespetada.
Nuestra Constitución ha de ser libro de cabecera en nuestras mesitas de noche y objeto de estudio en el hogar, escuelas, colegios y universidades. Nuestra Carta Magna define nuestro rol en la sociedad, el alcance de nuestros derechos y de nuestros deberes, la responsabilidad de quienes detentan el poder, la forma de gobernar… Su dimensión es amplísima.
Destaco que la actual Constitución, proclamada y publicada el 13 de junio de 2015, (una copia casi idéntica de la del 26 de enero de 2010), junto a la de 1963, es la más completa y democrática de nuestra historia.
La nueva Constitución consagra, por ejemplo, los derechos fundamentales, entre los que están los civiles y políticos, los económicos y sociales, los culturales y deportivos y los colectivos y de medio ambiente; además, allí se asegura el cumplimiento de esos derechos, vinculando a todos los poderes públicos. Igual crea el Tribunal Constitucional que busca garantizar la supremacía de la Carta Magna y a la vez proteger los derechos fundamentales.
No basta con tener una buena Constitución, hay que comprender y valorar su contenido. La Constitución ya no es un pedazo de papel. A un ritmo lento pero seguro los dominicanos vamos comprendiendo lo que representa. Una muestra es la gran cantidad de casos que tiene nuestro Tribunal Constitucional.
Es mi esperanza que esta estupenda Constitución continúe llegando al corazón de nuestro pueblo, que su divulgación, estudio y aplicación sea un compromiso de gobernantes y gobernados. Y parece que los debates políticos contribuyen a ello.
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