Foucauld: El Hermano Universal

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Junio es un mes en que tradicionalmente han sido consagrados muchos ­sacerdotes. Desde hace tantos años y recientemente. El pasado día 7 cumplieron cinco años los P.P. Anibal Montero y José Manuel Vólquez, en Barahona. Felicidades para ellos. El 15, los padres Evangelista Disla y Juan de la Cruz Batista, 61 años. El 27 el P. Vinicio Disla cumplió 55 años. Y tantos otros beneméritos pasto­res. Qué bendición para nuestra Iglesia. Testigos transparentes de fidelidad. Ejemplos de trabajo teso­nero. Alegría constante en su entrega generosa sin re­servas. Luz para muchos en tinieblas. Líderes de multitudes. Cuántos han encontrado la vida nueva del reino con su trato fraterno, palabras llena de vida, su fervorosa celebra­ción de los sacramentos, su ágil actitud de servicio.

El Buen Pastor bendijo a Luperón, Los Hidalgos, Imbert, Gaspar Hernández, Mao, Moca, Cayetano Germosén, Santiago, en su paso misionero por estas comunidades. Después de tantos años cómo los re­cuerdan con cariño, gratitud y alegría. Un sacerdote santo es una caricia de Dios con un pueblo.

El 9 de junio, pero de 1901, hace 118 años también fue consagrado sacerdote el Hermano Carlos de Foucauld. Los superiores de su monasterio quisieron prepararlo para ser ordenado. Él rehusó, pues quería ser siempre un hermanito pobre y sencillo. Estando en Nazaret y Jerusalén, la superiora de las Clarisas lo convenció de que debía ordenarse. Durante un año se prepara en Francia en el Monasterio de Nuestra Señora de las Nieves. Del 9 de mayo al 9 de junio Carlos hace 30 días de re­tiro como preparación in­mediata a su Ordenación. Magnífico testimonio para quienes serán ordenados presbíteros.

En este retiro Carlos intuye que “este divino banquete del que yo, dice, iba a ser ministro, había que presentarlo no a los parientes ni a los vecinos ricos, sino a los cojos, a los ciegos, a los pobres, es decir, a las almas que carecen de sacerdotes”. Carlos es ordenado en la capilla del Seminario Mayor de Viviers, en un ambiente de silencio, sencillez y humildad. Pasó la noche anterior en Adoración ante el Santí­simo.

El 9 de septiembre se embarca rumbo a Argelia para vivir como monje ­sacerdote misionero entre los más pobres, entre mu­sulmanes, y haciendo presente a Jesucristo en el inmenso desierto donde no había otro sacerdote en cientos de kilómetros. Su ministerio será celebrar diariamente la Santa Misa, incluso en las largas caminatas por el desierto, largas horas de Adoración, aco­ger a todos con amor y prestarles el servicio que estuviera a su alcance, brindar amistad y fraternidad, hasta ser llamado el “hermano universal”.

Se ordenó sacerdote por la Eucaristía y por los más pobres. Se decía así mis­mo: “Una sola misa celebrada vale más, infinitamente más que todas las obras que yo pudiera ha­cer”. Y también “es me­nester continuar poniendo la Misa por encima de todo y decirla en la ruta” por el desierto.

Carlos de Foucauld es una luz brillante que nos inspira hoy para vivir fielmente nuestro sacerdocio.

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