Breves reflexiones de un caminante

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La vida es un eterno caminar. Si aparece en el sendero una tentadora y cómoda cama y te acuestas en ella más de lo debido, puedes que­darte dormido y despertar ya tarde para avanzar o tal vez no abrir los ojos jamás.

Triste es carecer de metas, ser moldeado a su antojo por el pana­dero de la vida,  pastar sumiso en el valle y sin gracia, apenas actuar por instinto, desconocer la gallardía y la buena osadía, no lu­char ni contra sí mis­mo, andar sin propósitos. Y mientras más altos sean esos sueños, mejor, porque nadie logra más de lo que se propone.

Ahora bien, una cosa es ser gota de mar por desgana y falta de ímpetus o “amema­miento” como diría­mos en el Cibao, y otra muy distinta es serlo adrede, con pleno conocimiento de lo que se hace.

En este último caso alguien podría argumentar que en este mundo tan complicado lo mejor es pasar desa­percibido, ser del montón, que ni los latidos del corazón nos suenen, que siendo insípido se llega a la felicidad, que eso de estar en el medio altera ­nuestros ánimos y en­sombrece nuestra paz.

Pero prefiero a los que combaten, a los que sudan, a los que aborrecen lo indebido, a los que claman, a los que exigen, a los que reflexionan, a los que se enfurecen, a los que pierden peleando, a los que ganan y se visten de humildad, a los que aprecian el encanto de observar una filita de hormigas, a los que lloran y ríen con libertad.

Adoro a los que en cada asunto se involucran con pasión, pero sin perder la razón ni la visión, que sin el ingrediente de una férrea voluntad, cada obra quedará inconclusa o marchita, si es que arranca.

Es por ello que es­cucho tanto “Solo el amor”, uno de los himnos del inmenso Silvio Rodríguez: “Debes amar la arcilla que va en tus manos/debes amar su arena hasta la locura/y si no, no la emprendas que será en vano/sólo el amor alumbra lo que perdura/sólo el amor convierte en milagro el barro… Debes amar el tiempo de los intentos/debes amar la hora que nunca brilla/y si no, no pretendas tocar los yertos/sólo el amor engendra la mara­villa/sólo el amor consigue encender lo muerto…”.

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