Acercamiento histórico a la Resurrección

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La Resurrección es el aconteci­miento central dentro de nuestra fe cristiana. Vale aquello de Pablo: “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra esperanza”. Más que un hecho en sí, es una experiencia final hecha a partir de la muerte de Cristo, pues hay que situarla en la meta-historia, se registra su efecto en la historia, pero está más allá de la historia. Algunos historiadores cristianos hablan de que fue una sola experiencia del Re­sucitado que tuvieron los discípulos y que luego cada uno refirió, según su vivencia propia y la comunidad ante la cual dio ese testimonio.

Pero, independientemente de esta noción, hay una serie de argumentaciones históricas, que hacen atesti­guar el hecho de que Cristo resucitó la mañana del domingo. Estos argumentos son: Los discípulos desapa­recen y aparecen, el testimonio de las mujeres, la tumba vacía, los evangelios de aparición y el Credo paulino.

Los discípulos desaparecen y apa­recen: La noche en que Jesús fue apresado, sus discípulos le abando­naron, Pedro le siguió un tanto, y terminó negándolo. El asunto fue que pensaron que lo hecho al Maes­tro podía acontecerles a ellos, que el proyecto mesiánico que esperaban en Jesús fracasó, como dijeron los discípulos de Emaús; cada uno re­gresó a su lugar, casa y labor, de ahí que algunos encuentros con el Resu­citado sean en casas y lugares de trabajo, sobre todo de los que eran pes­cadores. Pero de pronto comienzan a aparecer de nuevo, ya no tienen mie­do. Les amenazan y aún así conti­núan hablando de él e incluso les apresan, hasta les matan. Salen por doquier a hablar en su nombre. Si se les pregunta por qué, dicen que él está vivo, que ha resucitado.

Semejante cambio tan trascendental, debe de obedecer a alguna razón fuerte, en este caso, la expe­riencia de la resurrección.

El testimonio de las mujeres: Recordemos que en tiempo de Jesús las mujeres no eran tenidas en cuenta, nada más que para parir y cocinar. No tenían gran valía, incluso no ser­vían como testigo legal, su testimonio sobre muchas cosas era cuestio­nado. Sin embargo, Jesús se acerca a ellas y las valora, libera y salva, le da talante de discípulas en el grupo.

Cuando llega a Jerusalén, proveniente de Galilea, al parecer las mu­jeres le acompañan. En el momento de la cruz, cuando los discípulos va­rones le abandonan, las mujeres continúan siguiéndolo en el trayecto del calvario, en el momento de la muerte en cruz y están presentes en el mo­mento de la sepultura con los aceites y los vendajes. De ahí que es muy lógico que el primer testimonio de la resurrección sea dado por ellas, ya que mantienen la constancia en el se­guimiento, aun después de la muerte del Maestro.

Pero lo importante a nivel histó­rico es, que si la resurrección fuese un invento de los seguidores de Jesús, pudieron utilizar otro argumento y excluir el testimonio de las mujeres, por las razones sociales que hemos dicho, pero aún así, ellos in­sisten y aseveran que fueron las mu­jeres quienes lo vieron vivo, incluso a costa de que le restaran valor a lo dicho.

La tumba vacía: Este asunto a nivel histórico hoy día no es tan preponderante como los otros, pues la cuestión no debe de recaer en el he­cho de la tumba vacía, sino en por qué la tumba está vacía.

En los relatos de los evangelios se hace notar que los vendajes estaban en orden y en la tumba, para contra­rrestar la argumentación en contra de que los discípulos robaron el cadá­ver. Pero el hecho hoy día es que si apareciese el cadáver de Jesús o algún paleontólogo encontrase los huesos de Jesús, eso no invalida la resurrección, pues estamos ante un acontecimiento de fe, cuyo registro es la experiencia histórica de unos hombres y mujeres del siglo I antes de Cristo.

Los evangelios de aparición: Todos los evangelios terminan relatando la resurrección de Cristo. Algunos relatos parecidos, otros muy propios de cada evangelista. Son relatos muy dispares, pues se trata de narrar lo inenarrable, pero tienen en sí una consistencia literaria casi común: primero Jesús se le apa­rece a los discípulos, para señalar que no son ellos los que le hacen aparecer, luego Jesús les muestra las huellas de los clavos y el costado, para demostrar que el Resucitado es el Crucificado. A veces Jesús pide de comer, para señalar que está vivo, pues los muertos no comen; comprobado todo esto Jesús les da un man­dato misionero.

El credo paulino: Pablo dice que transmite lo que él recibió: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los Doce; luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la ma­yoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen; después se apa­reció a Santiago, luego a todos los apóstoles”. (1Cor 5,3-6).

Historiadores y biblistas dicen que esto ya estaba presente en las comunidades cristianas diez años después de la muerte de Jesús y que el término tercer día alude al criterio judío de que después de los tres días de sepultura comienza la putrefacción. Al parecer estamos ante una profesión de fe muy pronta y certera dentro de la fe cristiana.

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