A muchos de nosotros nos ha pasado, que en un viernes de Cuaresma alguien nos invita a comer algo y lo brindado tiene carne, cortésmente hemos dicho que no o lo comimos y luego nos dimos cuenta, ante esto la reacción de muchos es que eso no es nada, que eso era antes, que a veces dejamos la carne pero comemos pescado o mariscos y es más caro, que lo importante es la actitud, que eso no vale para nada si no se toma lo que se iba a invertir en carne y se le da a los pobres en limosna, etc., pues en resumen, en esto aparece de todo, desde los más rígidos hasta los más laxos.
Lo cierto es que se olvida que hay unos mandatos de la Iglesia, desde los orígenes, en los cuales se invita y se prescriben una serie de actos penitenciales entre los cuales está la abstinencia y el ayuno; ya en tiempos recientes, el Catecismo de la Iglesia, en el número 2043, en lo relativo a los mandamientos de la Iglesia, recuerda la práctica de abstenerse de comer carne cuando lo manda la Iglesia, y cita al Derecho Canónico en el Canon 1251, donde dice que en todos los viernes de Cuaresma debe guardarse abstinencia de la carne y también el miércoles de ceniza y el viernes santo.
Todo esto tiene como base doctrinal fuerte la tradición del ayuno y la abstinencia dentro del pueblo judío, que son nuestros hermanos mayores en la fe. En el libro del Levítico se señala a gran escala los alimentos de los cuales debe abstenerse el judío y los ayunos; en los evangelios aunque aparezca un Jesús que critica el ayuno judío, como los profetas del Antiguo Testamento, sobre todo en su formalidad más que en su sentido, señala que llegará el día en que sus seguidores ayunarán (Mc 2,18-20), también otras religiones no cristianas instan a la abstención de ciertos alimentos en ocasiones, al igual que ven con agrado el ayuno.
Debido a la falta de formación y conciencia creyente, hoy encontramos una serie de criterios relativistas en torno a la vivencia de la abstención de la carne los viernes de Cuaresma, pues la influencia de ciertos grupos cercanos a nosotros de tendencia cristiana ha influenciado mucho en esto, basados en un biblicismo fundamentalista, arcaico y sin base científica cierta; también la pretensión de una religión acomodaticia, diríamos “a la carta”, que pretenden muchos, en la cual se justifique su proceder y nada tenga que ver con el testimonio y compromiso, con las pequeñas cosas del día a día de la vivencia de la fe, en otras palabras, una práctica religiosa, donde en buen dominicano, “na e na” y todo da igual.
Jesús dice que el que no es fiel en lo poco, menos lo será en lo mucho, si no podemos o relativizamos esas pequeñas prácticas cuaresmales, ¿qué serán otras cosas de mayor envergadura y compromiso cristiano?
Vivimos en una sociedad plural donde la identidad del cristianismo católico debe hacer ver a través de nuestro compromiso de fe, con un testimonio auténtico y responsable, amantes de la justicia y lo correcto, pero también a través de pequeños signos y prácticas penitenciales, mediante las cuales vamos diciendo quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, y una de ellas es la abstinencia de la carne el Miércoles de Cenizas y cada viernes de Cuaresma.
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