A lo largo de la historia la humanidad ha asistido a diferentes episodios, algunos convertidos en verdaderas epopeyas, pero fallidas al fin, en que líderes políticos o militares demostraron con sus acciones que la terquedad es una actitud de los individuos irreflexivos y carentes de los sentidos del respeto y la tolerancia.
Adolf Hitler, Felipe II, Anastasio Somoza y Sadam Hussein han sidomuestras de ello. Llevaron a través de sus acciones a sus pueblos a verdaderos suplicios. La muestra más reciente y cercana son los padecimientos del pueblo venezolano, y por supuesto, de todos aquellos que amamos a Venezuela y
que vivimos como demócratas, quienes vemos día a día cómo se profundizan la miseria, falta de alimentos, medicamentos y el éxodo masivo de una gran población que huye de ese país, buscando alimentos, seguridad y empleo para poder subsistir. Esto solo nos recuerda el padecimiento de los judíos en el siglo pasado, ante la embestida brutal de Hitler y su aparato represivo, quien terminó organizando
los campos de concentración y concomitantemente las cámaras de exterminio para incinerar y envenenar mediante monóxido de carbono o Zyklon B a millones de judíos inocentes, que fueron víctimas de la
megalomanía y el odio de quien dirigía y se hizo dueño de los destinos
de Alemania en ese momento.
Nicolás Maduro, quien usurpa las funciones de presidente de Venezuela descaradamente frente a gran parte de la comunidad internacional, sólo reconoce el derecho para él y sus correligionarios, en una
interpretación macabra de negación de cualquier atisbo de libertad, en todos los órdenes, para los ciudadanos venezolanos. La más reciente deleznable acción ha sido la negación de la ayuda
humanitaria que un conjunto de países, ante la desgracia del pueblo venezolano, ha ido consolidando en las fronteras de Colombia y Brasil, desde donde el pasado 23 de febrero se suponía que entrarían
varias toneladas de alimentos, medicamentos y elementos esenciales para la subsistencia más o menos digna de la persona
.
La respuesta de Maduro no se hizo esperar, enfrentó los camiones cargados de mercancías, procediendo la Guardia Nacional Bolivariana a quemar dichos vehículos, para que los voluntarios venezolanos no
pudieran entregarla a la población necesitada. El espectáculo no pudo ser más deprimente y dramático. El resultado ha sido varias personas muertas y heridas que intentaron obtener medicinas y alimentos.
Mientras esto sucedía en las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil, Nicolás Maduro, en una actitud de burla, celebraba en Caracas, una obligada actividad pública, bailando salsa.
Hay que enseñar que con la firma del Primer Convenio de Ginebra, el 22 de agosto de 1864, nació el Derecho Internacional Humanitario, como una nueva rama del Derecho Internacional Público, y que el
destruir ayuda humanitaria se considera un crimen de lesa humanidad. Y como tal, al cometer dicha violación, Maduro y muchos miembros desu gobierno se han hecho pasibles de ser juzgados por tribunales internacionales.
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