Rabia, impotencia y decepción sentí al enterarme de la forma en que murió Domingo Bretón, hermano del Arzobispo de Santiago, nuestro admirado Freddy Bretón. Unos desalmados lo mataron para robarle una motocicleta.
Rabia, porque es lamentable ver cómo no se respeta la vida humana. Impotencia, porque perdemos la guerra contra la delincuencia. Decepción, porque queremos tener fe en nuestro porvenir, pues mucho hemos avanzado, pero hechos como ese marchitan nuestra esperanza en una mejor patria.
Estoy convencido de que los autores de tan horrendo crimen serán apresados y sometidos a la justicia. La Policía Nacional se esmerará en solucionar el caso, en especial por la persona involucrada.
Seamos claros: detrás de la mayoría de asaltos y robos están las drogas ilegales de por medio, en el campo del microtráfico. Sus autores están de cabeza en ese atroz mundo, sea vendiéndolas, comprándolas o consumiéndolas, y en ocasiones son capaces de todo para conseguir dos centavos y saciar su vicio, sin importarles que tengan que matar.
El tema es delicado y puede hacernos fracasar como sociedad si no actuamos con responsabilidad, visión y firmeza. Lo ocurrido recientemente en Baní con el asesinato de un coronel de la Policía Nacional es una muestra de ello.
Hace días platicaba con un joven estudiante de Santiago y confieso que me quedé pasmado con lo que me comentó. “Pedro, doy gracias a Dios que trabajo y estudio, a diferencia de todos los que se criaron conmigo, que ahora están metidos en la droga”.
Supuse que era un hecho aislado, pero no. Cuando cuestioné a otros jóvenes de comunidades y estratos sociales distintos, la respuesta fue la misma: “La droga está en todas partes”.
Ya debemos ser prudentes hasta para saludar al nuevo vecino, que nadie sabe qué hace o de qué vive; ya dejamos aquello de ser graciosos con todo el mundo, cuando intimábamos con los primeros que encontrábamos como si nos conociéramos de antaño; ya hasta la hospitalidad que nos caracterizaba se está esfumando; ya nuestra libertad de tránsito está limitada, pues los espacios de seguridad escasean.
La triste muerte de Domingo Bretón puede tener algo positivo: crear más conciencia para enfrentar la delincuencia, lo que se logra con mayor éxito mejorando la educación, creando fuentes de trabajo y ofreciendo oportunidades al pueblo para que se desarrolle en el bien. Reconozco que se hace el esfuerzo, pero el camino es largo y debemos agilizar la marcha.
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