Por cuestiones de la vida y mi propia manera de ser, no soy muy dado a las celebraciones propias y comentario de mis cosas, pero como en algunas situaciones nuestras hay otros implicados, lleva a que uno tenga que flojar y adscribirse a lo que los demás sugieren y quieren, y algo así ha pasado con la celebración de mis 25 años de sacerdote de la Iglesia local de Santiago de los Caballeros.
Recuerdo que siempre, desde pequeño, decía que quería ser sacerdote. Mi familia siempre ha estado muy ligada a la Iglesia y eran muchos los sacerdotes que pasaban por casa y conocía, incluso hasta jugaba celebrando la misa solo y con mis amigos y compañeros de juego, sobre todo los domingos.
Luego con la llegada de la adolescencia y las implicaciones que esta tiene, y después de saber las cosas que el mismo sacerdocio conllevaba, la idea desapareció, pero surgió la inquietud de qué ser en la vida, y no encontraba la respuesta correcta; pero gracias a la participación en las agrupaciones de la Iglesia y en las jornadas vocacionales del Seminario San Pio X, aquella inquietud infantil, pienso yo hoy día, volvió a surgir, y el 8 de septiembre de 1983 entré al Seminario de Licey.
Éramos unos 22 los que entramos ese día, allí duré un año, y después pasé al Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, en la Capital, donde realicé los estudios en Filosofía, y al término volví a San Pio X como profesor por un año. En esta etapa me vino en dos ocasiones la idea de salir del Seminario, pero las buenas direcciones espirituales de los formadores y experiencias de encuentro personal con el Señor me hicieron retomar el camino y seguir. Así llegué a la Teología, en Santo Domingo, a la preparación en sí al sacerdocio y a los cuatro años, el 18 de septiembre de 1993, bajo la imposición de manos de Mons. Juan Antonio Flores (ya en el cielo), junto a los compañeros: Padres Aridio Luzón, Domingo Collado y Federico Domínguez (también en el cielo), a las 3:30 pm, en la Catedral Santiago Apóstol, de la Arquidiócesis de Santiago, hace 25 años, dije sí al Señor para vivir siendo sacerdote suyo y de la Iglesia.
En estos años he trabajado en muchos lugares de la Arquidiócesis y he realizado diversos trabajos pastorales, lo cual me ha llenado de mucha satisfacción, pues creo que he aportado mi granito para que el Reino de Dios crezca en esta porción eclesial dominicana. Son muchos los amigos y hermanos que he conseguido en este tiempo a los cuales agradezco enormemente. He dejado, como dice el Evangelio, mi familia, pero he encontrado una familia mayor que es la Iglesia; nada me ha faltado, mejor, todo se ha sobrado.
He sentido la alegría de seguir a Cristo, de lo arduo y maravilloso que es trabajar con la gente en la Iglesia. Nunca me he sentido solo, pues él y la comunidad van conmigo, e incluso agradezco los momentos de soledad que esta forma de ser en el mundo, que es el sacerdocio me aporta, pues me ha ayudado a encontrarme conmigo mismo, y sobre todo con el Señor y su Madre, acompañantes fieles de mi itinerario espiritual.
También en todo este tiempo se han dado baches en el sendero, pues soy pecador, débil y frágil: humano. Pido al Señor perdón por mis pecados, pido perdón a los hermanos y hermanas con los cuales no he sabido corresponder en el bien y en la fraternidad cristiana; espero seguir luchando y exorcizando mis demonios y tentaciones, pero lo que más espero y deseo, es continuar sirviendo a la Iglesia y a los hermanos, y seguir diciendo que sí como un día lo hice, en aquella tarde de septiembre, hace 25 años.
… [Trackback]
[…] Read More to that Topic: caminord.com/25-anos-de-sacerdocio/ […]