Por: José Jordi Veras Rodríguez

Hace poco tuvimos la oportunidad de leer el libro de Saulo Hidalgo, con el título: “Del Pozo Al Palacio”, y en uno de sus capítulos uno de las cosas que me llamaron en atención, fue un tema llamado el “Círculo del 99” y consistió en una fábula que trataba de un rey que no era feliz y tenía un sirviente el cual era alegre, cada mañana vivía cantando y hacía su trabajo con ahínco y lleno de deseo. 

Una vez el rey le preguntó al sirviente si era feliz, y éste le respondió que claro que sí. Porque tenía su familia, su casa y sus hijos y que todo lo que le proporcionaba él mismo. A todo esto, el rey le indicaba que no podía creer que su sirviente podía ser feliz con tan pocas cosas. 

A esto, el rey intrigado, le pregunta a su consejero para que le explicara el por qué su sirviente decía que era feliz con tantas cosas sencillas que tenía. Y el sabio le indicó, es que no ha entrado al círculo del 99. Y el rey pensativo aun, le preguntaba: ¿Cuál círculo es ese? El sabio respondía: es que para que lo comprenda debemos hacer que su sirviente entre en el mismo y si lo hace usted perderá un buen empleado.

El rey obsesionado con todo esto, le indicó al sabio que no importaba. Entonces el consejero entró unas 99 monedas de oro en una bolsa y fueron a la casa del sirviente y la dejaron sobre la mesa cuando éste no estaba en su hogar. Y se quedaron afuera a observar y esperar. 

Cuando llegó el empleado y vió aquella bolsa y su contenido, que eran monedas de oro, se quedó estupefacto y a mirar a todos lados para saber de dónde podían venir y que nadie las viera. Comenzó a contarlas y al terminar se daba cuenta que eran 99 monedas y por más que las contaba y las apilaba, le seguían dando igual. 

Entonces comenzó a buscar por todas partes en la casa y diciendo que le habían robado. Y deicidio al final, que haría todo lo que estuviera a su alcance para completar esa moneda de oro. Hasta trabajaría extra y podría a su esposa a trabajar. Al final, terminaría perdiendo su trabajo. Porque  se convirtió en una persona diferente, porque había caído en el círculo de que siempre le faltaba algo para ser feliz. 

A veces viendo esa historia, debemos pensar si estamos nosotros siendo solo productivo sin mirar qué perdemos o qué dejemos de conservar porque nos ofuscamos en aquello que creemos nos hace falta y dejamos de darle calor o de valorar lo que realmente importa y que no es aquello que nos desvía del camino y nos mete en la desesperación de que siempre estamos necesitando aquello que no nos llenará ni saciará, porque todo lo estamos viendo desde el ego y no desde el alma. 

En esta época de Navidad, es bueno que podamos sentarnos con nosotros mismos y reflexionar sobre si estamos siendo como muchas semillas o de esos talentos que Dios nos brinda para que lo aprovechemos, demos gracia por ello y saquemos todo lo bueno, para mejorar quienes somos.

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