Aquellas pequeñas cosas

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Son cosas fundamentales 

forman el día a día

en nuestra breve estadía 

por los predios terrenales,

desde los blancos pañales

el biberón y la cuna

o la primera vacuna

y aquellos primeros pasos

los maternales abrazos

como madre sólo una.

El sentarnos a la mesa

compartir los alimentos 

esos tan gratos momentos

con que el alma queda impresa

que el sentimiento sopesa

pero ya son inasibles 

aunque viven invisibles 

do quiera que nos vayamos

porque los atesoramos

cual joyas imprescindibles.

El pupitre de la escuela

la ‘seño’, el pizarrón 

o del ‘profe’ el vozarrón 

por la falta y la secuela

la bendición de la abuela

cuando rezaba el rosario

las ropas en el armario

todo un día de faena

“¡está lista ya la cena!”

el ajetreo ordinario. 

El amigo inseparable 

de juegos y de reyertas 

las ventanas y las puertas

de nuestra casa entrañable

aquel día memorable 

que cupido nos flechara 

o aquella vez que escuchara 

en el altar el “Sí quiero”

porque sin ella yo muero

si algún día se marchara.

Las crisis, la enfermedad

tal vez quedar malherido

despedir a un ser querido

una infausta novedad

llegar a la ancianidad

el otoño de la vida 

historia que no se olvida 

de conocidos y extraños

y si llegan nuevos años

¡les damos la bienvenida!