A propósito de Navidad, Nacimiento y Familia

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¿Cómo llamaría usted a la fuerza que está a favor de la vida, y que es generadora de vida?

 

Sentado frente a mi computador hoy experimento una escalofriante esterilidad. Ni una sola idea asoma a mi cabeza. Pienso que cuando esto ocurre lo mejor es darle la palabra a otro. Por eso hoy solo comparto el diálogo tenido por un médico y su paciente. Lo recojo del libro Paradojas existenciales, de Gabriel Jorge Castellá. Viene bien en este contexto navideño y en el día de la Sagrada Familia.

-¿Siempre odió a su madre?

-Nunca nos llevamos dema­siado bien, pero la odio desde el día que me confesó que me quiso abortar.

-Claro que ese fue un gran error, pero ¿qué es más importante: que la haya deseado abortar o que no lo haya hecho?

-Que no lo haya hecho.

-¿Qué es más valioso, estar con vida u odiar?

-Por supuesto que estar con vida.

-¿Y el hecho de estar con vida no se lo debe principalmente a su madre, aunque la haya querido abortar?

-Creo que sí.

-¿No puede ser que en su madre haya habido dos fuerzas antagó­nicas: una a favor de su vida y otra en contra?

-Sí, puede ser.

-Si es así, ¿cuál de esas dos fuerzas habrá triunfado?

-La que estuvo a favor de mi vida.

-¿Cómo llamaría usted a la fuerza que está a favor de la vida, y que es generadora de vida?

-Luego de pensarlo un instante: -Amor.

-Quiere decir, entonces, que su madre también la amó.

-Sí, es la primera vez que lo veo.

-¿No debería agradecerle más que reprocharle?

-Creo que tiene razón.

-¿No debería también agradecerle el hecho que le haya compartido que la quiso abortar?

-¿Por qué? si eso me hizo mucho daño.

-¿Qué le hizo más daño: lo que su madre le contó o cómo reaccionó ante ese comentario?

-Sí, quizá más lo segundo.

-¿No hace falta mucho coraje para que una madre le confiese eso a su hija?

-Creo que sí.

-Eso es lo que pido que le agra­dezca. Además, ¿no es mejor saber la verdad que ignorarla?

-Por supuesto.

-Bien, gracias a lo que su ma­dre le compartió conoce una verdad que si la capitaliza le puede hacer mucho bien. Recuerde lo que enseñaba Cristo: “Conoceréis la verdad y ella os hará libre” (sic). Que su madre le haya dicho esa verdad ¿no es, entonces, para agradecérselo?

-Viéndolo de esta manera sí.

-Ahora que está más serena quiero hacerle un último planteo: imagine que usted hubiera estado en lugar de su madre, viviendo exactamente las mismas y difíciles circunstancias, habiendo recibido la misma educación que ella y con su misma historia ¿Qué hubiera sentido si, en tal situación, gesta un hijo?

-Hubiera sentido lo mismo que ella sintió.

-Y una mujer que siente eso; ¿merece comprensión y ayuda o merece que se la odie?

-Merece que se la comprenda. Muchas gracias, doctor.

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