La prensa nacional ha reportado recientemente la deportación de mujeres haitianas embarazadas. Hasta mí han llegado personas preocupadas y dolidas por el trato dispensado a dichas damas. He buscado algo de claridad respecto al tema en lo que aparece en los periódicos y me da la impresión de que quedan cabos sueltos que dificultan la total comprensión del suceso.

Lo que sí está claro es que la dignidad personal debe ser respetada, aún tratándose de una mujer gestante.

Se habla de unos videos que circulan entre la población y en las redes sociales. Yo he tenido acceso a uno solo de ellos en el que se observan mujeres embarazadas, al parecer haitianas, bajando de un autobús. Algunas de ellas denotan embarazos de muchos meses, pero otras bajan con rapidez casi atlética del vehículo mencionado.

Es lamentable que una mujer tenga que abandonar su propio país para atender su embarazo en tierra extraña porque su propia patria no le brinda las debidas atenciones. Acude a mi memoria la experiencia que tuve hace años en tierra haitiana: un joven profesional, nativo de dicho país, se lamentaba amargamente de que los ricos haitianos no tuvieran iniciativas como para crear empresas que produjeran lo necesario para la vida de sus conciudadanos. El caso era que, al menos entonces, hasta el papel higiénico era comprado en República Dominicana. Esto conviene, por supuesto, a los comerciantes dominicanos, pero el pueblo haitiano es el que padece la triste situación.

Pienso que cuando se reclama a las potencias venir en auxilio de Haití, no solo debe pensarse en el aspecto político, sino también en inversiones adecuadas para proporcionar al pueblo lo necesario, trátese de alimentos, empleos, o servicios sociales y de salud.

El fenómeno presente tiene un lado vergonzoso para la República Dominicana. Quizá como dicen algunos, en cuanto al trato dispensado a dichas damas. Pero no es menos vergonzoso que algunos de nuestros conciudadanos lucren a costa de las necesidades del pueblo haitiano. Trátese de traficantes de personas o de autoridades venales que entregan su dignidad por unos pesos. Y me pregunto si no llegará el día en que no se hable más de este tema, porque aparezcan personas honestas que pongan en alto el nombre de la Patria en nuestros puestos fronterizos.

+ Freddy Bretón

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