Espurio

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(Del lat. spurius).

  1. adj. bastardo (que de­genera de su origen o naturaleza).
  2. adj. falso (engañoso) (RAE).

Suele usarse con frecuencia en nuestros medios, pero casi siempre pronun­ciado de forma incorrecta /espúreo/. El “Diccionario panhispánico de dudas” se queja de que incluso perso­nas cultas caen en este error por ultracorrección.

A propósito de este vocablo, recuerdo que la explicación principal de la tradicional animadversión entre judíos y samaritanos, según consta en los Evangelios, se debe a que aquéllos consi­deraban a los samaritanos una raza espuria, debido a la mezcla de sus escasos habitantes con los capataces asi­rios, dejados por sus deportadores (año 721 a. C.).

 

Estro

 

Todavía suele usarse esta palabra; a veces oímos a alguna persona referirse al estro poético, y hasta he oído hablar del estro divino, aludiendo a la inspiración de las Sagradas Escrituras. Al decir estro estamos, pues, diciendo inspiración. Pero lo sorprendente es el significado original de la palabra Estro: Del lat. oestrus, y este del griego οiστρος, “tábano, aguijón”). 1. m. Inspiración ardiente del poeta o del artista al componer sus obras (RAE).

No resulta fácil asociar la picadura de una tremenda mosca que hace sangrar a los animales y a los huma­nos, con algo que se supone placentero, hermoso. Pero ya dijimos que estro es si­nónimo de inspiración: (Del lat. inspiratio, -onis). 1. f. Acción y efecto de inspirar o inspirarse. 2. f. Ilustración o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura. 3. f. Efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace produ­cir espontáneamente y como sin esfuerzo.

  1. f. Cosa inspirada (RAE).

También otra palabra, plectro, se refiere a la inspi­ración: (Del lat. plectrum, y este del gr. πλhκτρον).

  1. m. Palillo o púa que usaban los anti­guos para tocar instrumentos de cuerda. 2. m. En poe­sía, inspira­ción, estilo. (Real Academia Española).

 

Fascinar

(Del lat. fascinare).

 

  1. tr. Engañar, alucinar, ofuscar. 2. tr. Atraer irresis­tiblemente. 3. tr. Hacer mal de ojo. (Real Academia Es­pa­ñola).

De las tres acepciones que trae la RAE, por todas partes he visto que es la se­gunda la que se usa con predominio casi absoluto: me fascina significa, “me en­canta, me gusta, me atrae en gran medida”. Por supuesto, la palabra latina fascinare significaba embrujar, he­chizar, echarle mal de ojo a uno. Fascinum era eso mis­mo: hechizo, embrujo, ma­leficio, mal de ojo… Y al igual que en nuestros campos, usaban un resguardo para librar­se del mal de ojo (en vez del azabache, llevaban un objeto con forma fá­lica).

Como puede verse, esta palabra que ahora nos pare­ce maravillosa, fascinante, tuvo un origen que no lo fue tanto… (La palabra caste­llana facineroso, aun­que suena semejante, es otra cosa. Viene del latín facinorosus o facinerosus, y significa ‘malhechor’, ‘cri­minal’).

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