Repercusión del juego patológico en tu pareja

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“No existe el azar, Dios no juega a los dados”.

Albert Einstein.

El juego patológico se encuentra descrito entre las conductas adictivas en el DSM V (2013). Se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo de resistir los impulsos de jugar, lo que interfiere negativamente en la consecución de objetivos personales, familiares y profesionales.

El trastorno es más frecuente en hombres que en mujeres, pero éstas son más reacias a buscar ayuda terapéutica por la censura ­social. (Echeverría, 2012).

Para muchos juga­dores, cuando se descubre su adicción su­pone una sensación de cierta liberación, tras años de mentiras cons­tantes sobre el juego, de ocultar a la familia sus deudas y de los distintos problemas asociados.

En el caso de la pa­reja, puede encontrarse incluso más afectada psicológica y físicamente que el propio ju­gador, ya que atraviesa una serie de etapas en el acompañamiento al ludópata. Esas etapas son:

Primera etapa o fa­se de negación, en la que la pareja se niega a reconocer el problema, creyendo que no hay ningún peligro y que todo está igual.

En la segunda eta­pa, la pareja se da cuenta de lo grave del problema, sigue aceptando las excusas del jugador, pudiendo sentir culpa por el juego de su pareja. Ella in­tenta ayudarle econó­micamente y busca todos los medios para resolver sus deudas. Él promete que abando­nará el juego de inme­diato. Ese esfuerzo de ayudar suele ser en vano, provoca frustra­ción en la pareja, re­chazo al marido y disputas frecuentes.

En la tercera fase, la pareja está física, emocional y económicamente agotada, empie­za a sufrir insomnio y falta de apetito. Tiene miedo por lo que pueda pasar con su pareja, puede que se automedique e incluso consumir alcohol para anestesiarse.

Las repercusiones más frecuentes del jue­go patológico en la pareja son:

Económicas, disminuyendo su po­der ad­quisitivo y afrontando deudas.

Sociales, sentimientos de vergüenza y exclusión.

De salud, ya que el estrés crónico desencadena diversas patologías.

Legales, con posible cárcel por robos, desfalcos y deudas…

Emocionales, por la pérdida de confianza en la pareja, el senti­miento de frustración y la impotencia por ju­gar.

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