El pasado domingo 16 de agosto inauguramos nuevo gobierno. Fueron 16 años consecutivos del mismo, con cambio de rostro pasado los primeros 8 años. En ese tiempo hubo sus aciertos, incentivos y solidez de la economía, crecimos en varias vertientes del Estado, pero se sentía que aquello no llegaba a todos, ni a los renglones que necesitaba la nación, y como todo, se comenzó a sentir el desencanto ante la pasada administración y ciertas conductas y decisiones, junto a cuestionables estilos de vida, crearon la percepción de que una ola corruptela se estaba dando en ciertos estratos del poder, entonces vino la necesidad de cambio, y con este deseo como lema y anhelo de que se fueran las autoridades pasadas, dimos el paso a estos nuevos personajes que tendrán en sus manos la cosa pública por los próximos 4 años.
Entre ellos hay conocidos y amigos nuestros, gente con buen deseo de hacerlo bien, queriendo corregir cosas, crear nuevas, poner en vigencia las que hacen falta, y sobre todo, hay satisfacción ante ellos de toda la población, claro está que le ha correspondido en un tiempo muy difícil a nivel mundial, pues la pandemia será por lo pronto una limitante con la que habrá que lidiar hasta que lleguen las vacunas, pero mientras tanto, hay espíritu de trabajo y disposición para hacer lo que se debe de hacer y se necesita.
Pero también, como Judas se coló en el grupo de Jesús, así pueden haber algunos con proyectos muy particulares, ambiciones y deseos no acordes con la mayoría, y búsqueda de prebendas personales, ante los cuáles el nuevo gobierno deberá abrir bien los ojos, y al primer asomo hacer valer el deseo y la transparencia ética que quiere la nación en estos casos, y poner los correctivos de justicia, caiga quien caiga.
Pero la agenda nacional está ahí, los puntos sabemos que son muchos, la prioridad más fuerte la equidad, el que todos puedan tener acceso a lo que como miembro de este pueblo le corresponde: buen empleo, salud, educación, seguridad y más. La pasada administración y los organismos internacionales sostienen que en esos 16 años hemos crecido económicamente, pero la repartición por lo que se ve y siente no ha sido equitativa socialmente.
Esperamos que el nuevo gobierno logre cerrar esa brecha casi abismal que hay entre lo que se produce económicamente y lo que llega a la gente. Basta ya de esa corrupción maquillada de burocracia estatal, la cual debe desaparecer, gastos inútiles en representación y actividades burdas y sin sentido que solamente son para abultar el ego del funcionario de turno que las posibilita, y que desangran el Presupuesto de la Nación, el cual debe llegar a la solución de las necesidades del pueblo.
Esperamos que esto se acabe, que un nuevo amanecer administrativo se comience a dar en la nación, pues la misma no lo aguanta más; hoy día los dominicanos sabemos lo que nos toca y corresponde. Que nadie, ni de nosotros mismos nos tome de tontos, pues las consecuencias serían fatales. El país espera mucho de sus nuevos gobernantes, porque han prometido mucho, pero más importante, porque tienen la capacidad y la preparación para dar ese mucho. Que no nos defrauden.
Creo que todos son creyentes, creen en el Dios de Jesucristo, el Dios de la vida, la cual se traduce en bienestar y existencia sana del hombre. Solo eso es lo que pedimos, que trabajen por mejor calidad de vida para el dominicano. Esa es la misión en la cual Dios los ha colocado o mejor les ha elegido por medio del pueblo, y como una vez le dije al hoy jefe del gobierno: no se olviden de los pobres.
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