¿Cómo reflejamos que tenemos fe?

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La vida es la principal maestra de los seres humanos y Dios la coloca para que como una película la vayamos observando y dándonos cuenta de que debemos mejorar y en qué debemos rectificar.

Nos indica que los problemas y las dificultades siempre esta­rán presentes. El asunto está en qué hacemos con ellos. Si permitirnos que ellos se conviertan en los obstáculos cada mo­mento que aparecen o creamos; o hacer de ellos una manera de aprendizaje para no seguir repitiendo la misma lección; para no quedarnos estancados en lo mismo; para avanzar.

Él sabe cuándo debe permitirlos y sabe nuestra capacidad para enfrentarlos y superarlos, pero es necesario que el pri­mero que se dé cuenta de ello, seas tú sabiendo que con tu fe; la oración como aliento y fortaleza, tu con­fianza; y su presencia; nada podrá dejar de ser superado por ti.

Recuerda que cada vez que sientas que te ahogas o que no pue­des más, tómate un momento para que re­cuerdes las veces que has salido de otras situaciones cuando has confiado en su fuerza, enton­ces, sólo no lo sueltes, gratifica a Dios dando gracias por cada día que llega y por el que se va; y simplemente permí­tete mirar qué deseas que tú aprendas con cada dificultad que se presenta, porque de­trás de cada una, está el mayor crecimiento y la ma­yor sabiduría. Pero sino, seguirás teniendo el peor de los momentos cons­tantemente y no po­drás salir del terreno de la angustia; preocupaciones y el mal sabor del que no sabe agra­decer. Busca tu fuerza en lo que superas y lo que te permite levantarte.

Muéstrale a Él que tu fe llega de cada proceso que vives y que eres capaz de ­levantarte más alto con un espíritu lleno de sabiduría y reflejando en cada acción su gracia hacia ti.

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