El lado positivo de la cuarentena # 1

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La situación actual de la República Domi­nicana la enmarca dentro de los países im­pactados por la pande­mia del coronavirus. Esta realidad sin lugar a dudas, ha cambiado la forma en como vivíamos. Pero yo no quiero hablar de los conflictos familiares que se han producido dentro de los hogares por la cuarentena, no quiero hablar de las di­ferentes manifestacio­nes internas que hemos sentido como indivi­duos, y que para algu­nos se constituye en un encierro obligatorio.

Porque después de darle vueltas y vueltas a este tema, después de sentir que la ansiedad quizás hasta pánico, estrés, nerviosismo, in­somnio, desesperanza y miedo, me domi­na­ban; por el peligro de contagio que representaba para la familia, he tomado la firme de­cisión de ver el lado positivo de la cuaren­tena y hasta verla como una gran oportunidad, como una aliada para un reencuentro necesario conmigo mismo y mi familia.

Cuántas veces salía usted de la casa dando un beso veloz y lleva­bas a la escuela a los niños sin escuchar lo que le iban diciendo?  Sí, la cuarentena te ha encerrado pero le ha devuelto a lo fundamental.

Y digo que es una gran oportunidad por­que al inicio fue tan chocante la ola de in­formación que me dejé arrastrar por esos pensamientos negati­vos, por las ondas de una red pesimista que solo auguraba pesar y do­lor; y que a la pos­tre, destruyen no solo tu salud física y mental sino también espi­ri­tual.

Recordé algo que decía Facundo Cabral en una de sus interpre­taciones, “no estas de­primido, estás distraído de lo que te ro­dea”.  Entonces, recluido en mi hogar, comencé a observar de manera muy detenida todo lo que me circunda y acontece.

Cuánto tiempo tenía que no me sentaba en la sala de la casa y disfrutaba de la luz de esa lámpara de mesa que adorna la misma? Cuánto tiempo tenía que no me sentaba con mis hijos sin tener que mirar el reloj, sin tener que tomar el celular y sin tener que pensar en que debía retirarme rápido a una reunión?

Sé que nos pasa a todos y también sé que nos cansamos por mo­mentos de los queha­ceres domésticos, de las mismas paredes; y nos sentimos a veces ago­biados hasta con nues­tros hijos o con el compañero/a.

Yo resolví ese sentimiento pensando que la muerte nos sobreviene sin previo aviso, así como vino súbita esta pandemia, así nos puede llegar y estoy seguro que si se hace usted el mismo plan­teamiento, su enfoque cambiará radicalmen­te, hasta se arrepentirá de no aprovechar me­jor el tiempo que les ha quitado y abrazar más a su espo­sa o arruyar y contemplar a sus hijos.

Sí, hemos tenido que cambiar nuestra visión de la realidad, quizás de la vida mis­ma, porque hoy por hoy hemos vuelto a lo fundamental, a esa convivencia íntima de pareja, a la sagrada labor que nuestros padres gestaron cuando no existía tanta tecnología y se las inge­niaban para entretenernos y así fomentar ese vínculo trascendente con los hijos forjado en valores.

Sí, hemos sido confinados a dialogar con nosotros mismos, a obligarnos a tener ese espacio especial, don­de el silencio y tú, tie­nen una comunión perfecta en bien de tu espíritu y alma.

Sí, hemos sido obli­gados a mirar a los ojos siempre alegres y esperanzados de nues­tros niños o los recuerdos que han revivido de las charlas con nuestra pareja. Enton­ces, creo que dentro de la responsable tarea de quedarnos en casa, que es la mejor forma de ayudar a combatir este mal, se nos ha dado una oportunidad única para mi­rar dentro de nosostros mismos y simplemente disfrutar más de nuestra familia.

Démosle la vuelta a la perspectiva de la si­tuación, un pensa­miento negativo en nada suma a su vida, veamos el lado positivo de la cuarentena. Demos gracias a Dios por las bendiciones que tenemos a nuestro alrededor y confiemos que como buen Padre, su manto nos protegerá.

 

 

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