San Miguel Arcángel Vencedor de la peste y es nuestra esperanza

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Miedo, caos e impotencia. Así es como se pueden resumir los re­cientes acon­tecimientos mun­diales. Siguiendo los últimos informes en la televisión nos frotamos los ojos con incre­dulidad, ya que un virus letal inunda el mundo rápidamente. Al meditar en estos eventos, re­cuerdo la cuarta reve­lación de San Miguel Arcángel en el monte Gargano, que salvó a los habitantes de Monte San Ángelo de la plaga furiosa.

¿Y cómo fue este episodio de la plaga? Era el año 1656. La pes­te negra, como un coronavirus, estaba pasando factura en todo el rei­no de Nápoles. Foggia casi se despobló y la peste negra azotó despiada­damente también los habitantes del Mon­te Gargano.

El peligro para Man­fredonia y en Monte S. Ángelo fue grande. El Obispo, Mons. Giovan­ni Alfonso Puccinelli, constatada la ineficacia de los medios humanos, recurrió a la poderosa protección e intercesión de San Miguel Arcán­gel. Por lo tanto fue en un devoto peregrinaje penitencial con el clero y con el pueblo a la Sa­grada Gruta, introdu­ciendo en la imagen de san Miguel una oración de liberación de la pes­te. Después de largas oraciones, lágrimas y gemidos, al alba del 22 de septiembre, el Obis­po vio aparecer al Ar­cán­gel en un enceguecedor esplendor, y le dijo:

Sepa, oh pastor de estas ovejitas, que he obtenido de la Santísi­ma Trinidad que cual­quiera que tenga con verda­dera devoción las piedras de mi gruta, alejará de su casa, de la ciudad y de cualquier lugar la peste. Narrad a todos esta gracia divi­na. Vosotros bendeci­réis las piedras, escul­piendo sobre ellas la señal de la cruz con mi nombre” (MA; Miguel Arcángel).

Y estas palabras se cumplieron. Como perpetua memoria de este grande y nuevo prodigio y como perenne gra­titud a San Miguel, el pueblo del Monte S. Ángelo erigió un obelisco sobre la antigua pla­za de la ciudad, que to­davía existe, como re­cuerdo de este hecho histórico, con la inscripción: “Al Principe De Los Angeles, Vencedor De La Peste, Patrón Y Protector, Monumento De Eterna Gratitud, Alfonso Puccinelli 1656”.

Es una historia difícil de creer, Piedras, iniciales, etc. Pero, si uno abre la Sagrada Escri­tura y medita el libro deL Éxodo sobre las puertas marcadas con la Sangre del Cordero,  o medita la historia  de  la serpiente de bronce, todo es posible. Habrán quienes creerán y quié­nes no. Tampoco creye­ron en tiempo de Noé, en el diluvio que se acercaba. De todo modo es bueno recordar a estos  hechos históricos, y al observar la lucha humana y el miedo de la nueva amenaza de la enfermedad. El hombre buscará desesperadamente la solución, la ayuda. Hará todo lo po­si­ble para recuperarse.

En nuestro último encuentro sacerdotal en La Herradura, Santiago, el panelista, padre Ben­jamín González Buelta SJ,  dijo que ya vivimos  en la época de híper-modernismo, que está acelerando toda clase de desviaciones al máximo. Siempre se decía que  tenemos época post moderna, pero estoy de acuerdo con el Padre.

Fruto de este movi­miento es que las personas parecen haber olvidado de la esfera espiritual o la tuercen, burlándose de lo religioso, como algo atra­sado y antiguo, por igual que en el tiempo de Noé. Tal vez llegó el tiempo de ver con más seriedad lo espiritual.  Cada día  la humanidad muestra con sus actitudes, que no cree,  que somos peregrinos de este mundo y Dios es nuestro Padre y es por encima de todo, que  Él nos educa, nos corrige, nos ama y tiene para nosotros el amor misericordioso, porque es nuestro creador, nuestro Padre. Pero, -eso es muy lógico- también  la misericordia de Dios se agota.

Cuando Dios ve que la gente no acude a esta misericordia y peca con premeditación,  confiando en esta misericordia o la ignora. En este caso no hay remedio. Observando lo que sucede en nuestra vida, podemos decir que la gente se burla del Espí­ritu de Dios y de su obra creadora. Tal vez llegó el momento de ver todo esto de una manera espiritual, tal vez es la última advertencia de Dios, tal vez ya se acerca el “diluvio” y realmente  necesitamos un arca espiritual.  ¿Quién se confiesa hoy?, ¿Quién ve hoy en un obispo, en un sacerdote al mismo Cristo?, ¿Quién hoy vive en verdad los sacramentos?

Por lo tanto, primero recemos por la salud espiritual. Y luego pidamos a san Miguel para que luche con y por nosotros por la fe y el amor, que  lucha  por la gloria de Dios en la Iglesia y en nuestra patria Quisqueyana. Ya querían sacar de nuestra  Bandera a Dios. Así sucedió con Europa, sacaron a Dios de su Constitución y vean lo que pasa allá ahora…

¡Todavía hay unos pocos que creemos en verdad!

Puede parecer una coincidencia,  pero en el año pasado durante las fiestas patronales, he­mos hecho algo semejante lo que narra la historia de la peste del Gargano en Santuario de san Miguel de Cues­ta Colorada en Santiago de los Caballeros.

Me­di­tando este epi­so­dio de la peste, Monseñor Plinio introdujo en las manos de esta milagrosa Imagen de san Miguel las peticio­nes por nuestra Patria, pidiendo la liberación de cualquier tipo de peste. Introdujimos  las milagrosas piedras del Monte Gargano de Italia en la base en la cual está colocada la imagen de san Miguel. Todo está hecho. Solo nos falta un poco más de la fe y vivir en la gracia de Dios, con  oraciones llenas de fe.

 

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