El pasado 27 de diciembre Mons. Hector Rafael Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de Santiago. Nos cuenta: “visité a un pastor que aprecio profundamente en el Señor: Mons. Antonio Camilo González, Obispo Emérito de La Vega, mi querido predecesor en aquella diócesis que ambos llevamos en el corazón y cuya historia forma parte de nuestro ministerio y de nuestra vida.

Nuestra conversación fraterna ha sido un tiempo de gracia con Mons. Camilo. Recordamos el camino recorrido, los rostros, los testimonios de fe de tantas comunidades, sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos que siguen siendo signo vivo de la presencia de Cristo en medio del pueblo dominicano. 

Hoy, como entonces, reconocemos que la Iglesia es una sola, sostenida por el Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas y nos impulsa a seguir adelante con esperanza.

Doy gracias a Dios por la fidelidad de Mons. Camilo, por su palabra serena, su testimonio sacerdotal y su amor a la Iglesia. Su vida sigue siendo un regalo para todos, especialmente para quienes hemos tenido el privilegio de continuar la misión episcopal después de él. La continuidad apostólica no consiste solamente en suceder en un cargo, sino en heredar un amor pastoral que se transmite, se renueva y se ofrece de nuevo al Pueblo de Dios.

Como Arzobispo Metropolitano de Santiago, encomiendo a su oración mi servicio episcopal y les pido a ustedes que también lo tengan presente en la suya. Que esta comunión que hoy celebramos sea un signo humilde de la fraternidad eclesial que el Papa nos invita a vivir con alegría.

A María Santísima, Madre de la Iglesia, confiamos nuestras diócesis, nuestras comunidades, y el corazón de cada uno de los que sirven en ellas. 

Que Jesús Buen Pastor nos regale la gracia de ser siempre pastores según su Corazón, disponibles para escuchar, acompañar y construir la paz.

¡Demos gracias al Señor, porque es bueno y eterna es su misericordia! (Sal 117)”.