Los actos de corrupción están hiriendo el corazón de la Patria. Sus consecuencias son desastrosas, porque aumentan la marginalidad y la pobreza de miles de dominicanos, privándolos de un sistema de salud digno, y de otras necesidades esenciales. Como bien lo decía el Papa Francisco, la corrupción es un cáncer social.

La clase política parece no tener idea del daño que le está haciendo a la democracia, con sus inconductas.

Y como dice la Doctrina Social de la Iglesia, la corrupción política es una de las deformaciones más graves del sistema democrático, porque traiciona al mismo tiempo, los principios de lo moral y las normas de la justicia social.

La gente  ya se está cansando de escuchar tantas promesas de transparencia en el manejo de los fondos públicos, cuando la realidad dice lo contrario ¿Que está pasando con SENASA?

Le toca ahora a la Justicia asumir su rol, y los que han fallado, una vez se hayan comprobado sus delitos, deben asumir las consecuencias. No puede haber privilegios. Solo así caminaremos hacia la institucionalidad. De lo contrario, vamos caminando hacia el abismo. Evitemos ese final.