padre Domingo Vásquez Morales

Director de Prensa y Comunicación de la Diócesis Stella Maris

Los días previos a la Ordenación Episcopal de Monseñor Manuel Antonio Ruiz de la Rosa estuvieron marcados por una mezcla de emoción, trabajo intenso y profunda espiritualidad. Como director de Comunicación y Prensa de la recién creada Diócesis Stella Maris, tuve el privilegio de vivir de cerca cada momento, acompañando a un pueblo que se preparaba para recibir con alegría a su primer pastor.

Desde el anuncio de la creación de la nueva diócesis, sabíamos que estábamos siendo parte de algo histórico. 

Recuerdo que una tarde, mientras afinábamos los últimos detalles, dijo con una sonrisa: “Dios ya tiene todo preparado, nosotros solo debemos dejarnos guiar por Él.” Esa frase, sencilla pero llena de fe, nos sostuvo en medio del cansancio y la emoción.

El día de la creación canónica y la ordenación episcopal, llegó con el amanecer radiante del 8 de noviembre. Desde muy temprano, el Anfiteatro del Parque del Este comenzó a llenarse de fieles, sacerdotes, religiosas, obispos y familias completas que acudían con alegría y devoción. Se respiraba un ambiente de fiesta, pero también de recogimiento. 

La Iglesia dominicana se había reunido para presenciar el nacimiento de una nueva diócesis: la Diócesis Stella Maris. Cuando inició la celebración, el silencio reverente y el sonido de los cantos litúrgicos envolvieron el lugar. 

El momento de la consagración episcopal fue profundamente conmovedor. Ver a Monseñor Ruiz postrado en tierra, entregando su vida a Dios, mientras toda la asamblea oraba por él, fue un instante de gracia indescriptible. 

Los aplausos al final de la misa, las lágrimas de emoción y los abrazos fraternos entre los asistentes, reflejaban la alegría de un pueblo que nacía bajo el amparo de María, Stella Maris —la Estrella del Mar—, guía segura para quienes confían en la providencia divina.

Ese día, al terminar la jornada, me quedé unos minutos mirando el escenario vacío, sentí una profunda gratitud. 

Hoy, cuando pienso en esos días, vuelvo a escuchar las palabras que Monseñor Manuel nos dijo en la víspera de su ordenación: “Que en todo lo que hagamos, la gente pueda ver a Cristo”.

Esa frase resume el espíritu de lo que vivimos y el compromiso que llevamos como comunicadores de esta nueva Diócesis: hacer visible la presencia de Cristo en cada mensaje, en cada historia y en cada gesto de amor al servicio de los demás.

La Diócesis Stella Maris nace con el deseo de ser una Iglesia cercana, misionera, comprometida con los pobres y guiada por la ternura de María, la Estrella que nos conduce a Cristo. 

Mientras caminaba a donde sería el almuerzo del obispo con los sacerdotes, pensé: “Hoy termina una ceremonia… y comienza un camino de esperanza”.

“Bajo el amparo de María, Estrella del Mar, caminemos con esperanza hacia una Iglesia más cercana, misericordiosa y comprometida con los pobres”.