El sentido de la esperanza en tiempos inquietos

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En tiempos difíciles, es esencial prepararnos para ser personas de esperanza. ¿De dónde proviene esta esperanza? Para vivirla, debemos restaurar nuestra visión de Dios, comprender quiénes somos y cómo afrontar las adversidades con fe.

No podemos dejar que la desesperación nos domine, especialmente si somos creyentes. Dios nos creó por amor y nos llamó a vivir en esperanza, paz y alegría. Nos dio libertad, porque sólo un ser libre puede elegir vivir en el amor. A través del Decálogo, Dios nos señala el camino para vivir con sentido. Vivir sin esperanza es como vivir sin futuro, pues la vida pierde su propósito. Debemos recuperar la imagen de un Dios amoroso y liberador, no un Dios que solo castiga.

Cada persona lleva en su ser un pequeño mundo, consciente de estar entre la nada y la plenitud. Si creemos que venimos de Dios, viviremos con dignidad, como seres creados a Su imagen. Somos capaces de transformar el mundo, no por instinto, sino por el corazón que Dios nos dio, siguiendo el ejemplo de Cristo.

A veces nos cuesta reconciliarnos con el futuro, especialmente cuando enfrentamos dificultades. Jesús nos invita a convertirnos, a renovar nuestra forma de pensar y vivir. La conversión es un cambio profundo en nuestra manera de ver el mundo. En lugar de quejarnos, debemos abrir los ojos a las bendiciones que ya hemos recibido, y asumir la responsabilidad de vivir en la verdad y la libertad que Dios nos otorga.

Al final de los tiempos, Dios no nos preguntará cuánto sufrimos, sino si amamos a los demás. El sufrimiento no es la voluntad de Dios; es la consecuencia del pecado en el mundo. Jesús nos llama a tomar nuestra cruz, pero esa cruz es la nuestra, no la Suya. 

San Miguel Arcángel es nuestro protector en la lucha contra el mal, guiándonos para mantener nuestra esperanza firme. Una falsa imagen de Dios nos lleva a la desesperación. Debemos recuperar la imagen de un Dios tierno y amoroso que desea nuestra libertad y alegría. San Miguel Arcángel, líder de los ejércitos celestiales, nos recuerda que Dios está siempre a nuestro lado, fortaleciendo nuestra fe y restaurando nuestra confianza en Su amor.

“La verdad os hará libres” (Juan 8, 32). La verdad de que Dios es nuestro Padre y nos ama infinitamente nos da libertad. Jesús vino para liberarnos de todo lo que nos oprime. Vivir en la verdad es vivir en libertad, y esa es la esperanza que Dios nos ofrece. 

En tiempos de incertidumbre, muchas personas se sienten perdidas. Jesús promete que no nos dejará huérfanos. Fundó la Iglesia como un refugio de sanación, donde encontramos el amor de Dios.