Con este nombre se autodeterminan cuatro libros de nuestra fe: Dos que están en nuestra Biblia católica y otros dos que consideramos apócrifos o no revelados, aunque tanto el judaísmo como el protestantismo consideran apócrifos a los 4. El término Macabeo significa “martillo”, y su nombre se debe a uno de los héroes del libro primero, Judas, a quien le pusieron este nombre, por la forma como combatía a los enemigos de Israel en su momento.
Nuestros dos libros: 1 y 2 de Macabeos, entran en los llamados libros deuterocanónicos, ya que no están en la Biblia hebrea ni en la protestante. El primero debería de ser el segundo y viceversa, debido a la datación de la composición de cada uno, pues prácticamente narran la misma historia. Ambas obras se ubican en el período del siglo II y I a. C., en la época de la influencia de la cultura griega o helénica o del helenismo en ese entonces, y las luchas políticas por la hegemonía en Medio Oriente de los Ptolomeos de Egipto y de los Seléucidas del Asia, herederos del imperio griego de Alejandro Magno. Esta cultura y gobernabilidad sobre todo va a representar una amenaza para el judaísmo y ante ella, en los libros, hay una respuesta militar con una guerra de guerrilla y ejemplos de resistencias ante el peligro de perder o dar un mal testimonio de fe.
Macabeos 1 va a narrar las luchas durante un período de 40 años, que comienza con la subida al trono de Antíoco IV el Epifanés, centrándose en el quehacer de Judas (1 Mac 3,1-9,22), Jonatán (1 Mac 9, 22-12,1ss) y Simón (1 Mac 13,1-16,1ss), los hermanos Macabeos, en sí, con una buena introducción en la que señala la causa y el comienzo de las luchas con la rebelión de su padre Matatías. El segundo libro, es un resumen de la obra de un tal Jasón de Cirene, al parecer un historiador culto de la diáspora judía, sobre el mismo tema. Ambos autores de los libros son desconocidos. Aunque solo lo encontramos en el canon alejandrino, en griego, copias de ellos en lenguaje de hebreo-aramaico, fueron encontrados en las cuevas de Qumrán, en los llamados: Escritos del Mar Muerto.
Sobre su contenido teológico o de fe, podemos decir que ambas obras son eminentemente religiosas, más que una narración de unos hechos históricos en sí. Ambos parten del hecho de que la fe en Israel está en peligro ante el helenismo (2 Mac 2,21; 8,1; 14, 38), ante esto hay dos caminos: apartarse de la fe o darlo todo por ella, incluso hasta la vida. La Alianza y el templo son el centro de la rebelión macabea (1 Mac 2,20-21,50), en la lucha hay que apoyarse en Dios mediante la oración, el ayuno y la lectura (1 Mac 3, 48), el sumo sacerdote es el pastor y guía de Dios (2 Mac 15,12), los ángeles se presentan como agentes de Dios (2 Mac 2,21), los vivos pueden interceder mediante sacrificios por los muertos (2 Mac 12,43-46) y hay una fuerte fe en la resurrección de los justos (2 Mac 7,9.14.23.36; 12,43-45; 14.46).
Estos libros nos invitan en el hoy nuestro, a que así como ellos supieron luchar contra la cultura dominante de entonces, que era el helenismo, que amenazaba su cultura y fe, lo mismo nosotros, luchar y resistir ante la cultura consumista, mercadológica y el secularismo ideológico de hoy, que también se han vuelto amenaza para nuestra vida de fe en el Dios de Jesucristo.