EL TEMA, ADOLESCENTES.

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Por: José Jordi Veras Rodríguez.

Hemos aprendido, a través de las experiencias, que el orgullo, la soberbia, la rabia, ni sentimiento alguno puede servir para unir amigos, seres queridos y menos la familia.  Porque ninguno sirve para sustentar lo más importante, el amor, el cariño, y las vivencias vividas con las personas a las que de una manera u otra, les entrega todo desde el corazón.

Cuando nos equivocamos, lo primero que debe existir en nuestra mente, es como recomponer lo hecho, o al menos, reconocer que  hemos errado, para de esta manera lograr mirar y asimilar el aprendizaje que este reconocimiento nos va a regalar.

Son muchas las personas que por tonterías, simplezas o complejas, dejan una amistad destruir o una vinculación.  Cuando la mayor responsabilidad de cada ser humano en este plano de vida, es dejar las mejores huellas que podamos.  Que al momento en que la muerte nos sorprenda, hayamos podido transformar algo de lo que hemos sido, para mejorar, brindando mayor amor, cariño, y apoyo.  Buscar dar mayor calor humano a través del abrazo o de palabras en que se manifieste el buen sentir hacia seres queridos.

Dentro de todo este contexto que hemos expuesto, hemos querido aprovechar para tocar el tema de la relación de padres e hijos.  Y sobre todo, con aquellos que están en la adolescencia y que es considerada una etapa tan crucial por los entendidos en la conducta. Aprendamos a brindar ante las nuevas generaciones las manifestaciones de afecto que muchas veces a generaciones enteras a los hombres le ha tenido vedada.

Hace poco, ha calado mucho en las redes sociales, una serie británica que está siendo transmitida por Netflix, y que lleva por nombre: Adolescentes, la cual consta de apenas 6 capítulos, pero tan sustanciosos como un texto de psicología. El mismo, lograr acaparar la atención de todo el que la ha visto, desde el primer minuto y lo va atrapando a medida que se va desarrollando la historia, no solo del joven que es parte principal de la trama, sino de todo aquel, que teniendo un papel distinto, tiene y posee la calidad de padre, y al mismo tiempo, usted va quedando atrapado en este mar de lecciones que son la cotidianidad de situaciones que han sucedido y suceden, dentro de las relaciones dentro de una familia, entre padres e hijos.

Les invito a todo aquel que lea este artículo y sea padre, pueda darse la oportunidad de ver esta serie, y dejar atrás todo prejuicio, soberbia, orgullo o cualquier otro sentimiento, que sea un obstáculo para usted poder brindarse aprendizaje a través de estos capítulos.

Es importante, que por mejor que usted se lleve con sus hijos, nunca será restar, el poder aprender aún más o hasta puede reconocer errores que hoy está cometiendo con sus hijos.  Nuestros adolescentes de hoy, responden a cada tema o situación de forma muy distinta a la que fue la nuestra.  Hoy poseen un nivel de información, no solo más amplia, sino más rápida.  Debemos tener la responsabilidad de conocer mejor el mundo de nuestros hijos.  Aleje de su mente, la excusa del tiempo.

Cuidemos mucho la desconexión que podamos tener o estar provocando con nuestros hijos y en qué manera esto los hace a ellos mucho más vulnerables a un mundo cada vez menos empático.

Es importante que como padres, podamos entender que cada hijo, tiene su personalidad e individualidad y entre un hermano y otro, habrá diferencias marcada, por lo tanto, uno y otro, requerirán igual tiempo.

Debemos permitirnos conversar con nuestros hijos y a través de esto, verificar cuál es su forma de pensar y si poseen rabia contenida por alguna razón de modo tal, que ésta, no sea el motor para que se nos salgan de control llevando a cabo acciones graves que tengan consecuencias fuertes.

Es también fundamental, que no tengamos reticencia en utilizar los especialistas de la conducta que nos puedan conducir, guiar y ayudar, para hacer una tarea que como la de padre, requiere de mucha responsabilidad, tarea esta, que nunca termina. 

Le invito, a que junto a sus hijos, esposa o esposo o pareja, puedan darse la oportunidad de ver, más que una gran serie, una gran ocasión de mirar una especie de historia, que es parte de lo que hoy vivimos, padres e hijos.