Ante la muerte del jovencito, Ismael Ureña Pérez, que murió hace unas semanas, fruto de que le fue aplicada una inyección destinada a caballos, un hecho que no ha sido nuevo entre los atletas, sin importar el deporte, aunque en la pelota es más común.

Todo esto es buscando adelantar el desarrollo físico de los deportistas pero sin control médico alguno y tratando de que su rendimiento no sea lo natural sino algo creado por la parte artificial de los esteroides y cuantas cosas podamos imaginarnos.

Es importante que los padres, viendo este nuevo hecho ocurrido a este niño ya mencionado, puedan mirar más a sus hijos que practican algún tipo de disciplina y que tienen objetivos más allá de la diversión. Aquellos que tienen adolescentes con sueños de llegar a jugar en el profesionalismo, ya fuera en el béisbol, fútbol, o atletismo.

Los padres de hoy, debemos tener mayor supervisión de lo que algunos muestran. Tener conocimiento de todo cuanto su hijo consume que no sea uno que otro suplemento controlado y certificado que solo son para mantener el deportista en condiciones que no se desgaste físicamente.

Hoy día existen padres que miran en sus hijos, la mejor alcancía para que éstos con sus talentos puedan sacarlos de la miseria o lo ven como el premio que “papá no consiguió”. Procuremos que nuestro ego o desapego o falta de cuidado, puedan evitar que nuestros hijos, como el joven mencionado, pueda caer en las manos equivocadas. Porque también, esas escuelas o academias de formación, algunas de ellas no mencionan a los padres sobre cómo están sobrellevando el muchacho.

Solamente buscan o miran el atleta como la garantía ante una buena firma o acuerdo económico. Que la muerte y desenlace de Ismael Ureña Pérez, nos sirva como ejemplo para saber que aquí es más común el dopaje o el utilizar sustancias no autorizadas e ilegales o que no tienen nada que ver con aplicación al ser humano y mucho menos que pueda considerarse fuera de los lineamientos éticos del deporte.