Hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común.
Constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo.
Estos pensamientos del Papa Francisco no han encontrado nido en el corazón de muchos políticos dominicanos. En ellos encontramos el afán de acumular riquezas en base a privilegios irritantes, y en otros casos, por vía de la corrupción administrativa.
Se olvidaron de lo expuesto por el cardenal Francois Xavier Van Thuan cuando exclamó: “Bienaventurado el político que trabaja por el bien común, y no por su propio interés.
Reflexionando sobre estos mensajes, nos preguntamos: ¿Cómo justificar los privilegios de que gozan senadores y diputados ante la población que por décadas viene soportando carencias de bienes esenciales para vivir?
¿Cómo explicar que nuestros legisladores reciban exoneraciones de vehículos de alto costo, que dispongan del barrilito y del cofrecito, desvirtuando su misión de legislar, y usando esos fondos para promoverse y sentando las bases de futuras aspiraciones partidarias, y usando la pobreza de nuestra gente para adormecer sus conciencias?
Si de verdad aman a su país, comiencen a despojarse de estos privilegios. No pierdan tiempo argumentando que otros sectores tienen exoneraciones.
Comiencen dando el ejemplo de iniciar una nueva forma de hacer política.
La Nación no avanzará mientras ustedes continúen con prácticas anticonstitucionales, que retrasan el desarrollo del país.